Por CAYO MARIO SEPÚLVEDA *
El balance de 2022 para el departamento de Arauca no puede ser peor. Al evaluarlo arroja un saldo en rojo sangriento, pues fuimos los primeros en cosas malas y los últimos en cosas buenas, con pésimos indicadores económicos. Es una verdadera vergüenza, nunca Arauca había vivido una situación tan lamentable, plagada de dolor, muerte, ingobernabilidad, secuestros, desapariciones, corrupción, sicariato, asesinatos, abandono. Aumentó la pobreza y la miseria, el miedo, el desplazamiento forzado y la confinación por cuenta de una violencia desbordada.
Solo las cifras son espantosas: casi 400 muertos, cerca de diez mil desplazados. Un caso muy particular se presenta en Tame, que con solo 70.000 mil habitantes tiene en sus estadísticas unos 7.000 quinientos desplazados, la mayoría habitantes del campo que lo están dejando solo.
Lo peor es que los mandatarios no han sido capaces de enfrentar los problemas, no quieren reconocer el calamitoso estado en que está sumida la región, según ellos están administrando el paraíso terrenal.
Una ingobernabilidad sin precedentes, varios gobernadores encargados en el curso del año, incluso nombraron a una persona como gobernadora que no conocía prácticamente nada de los problemas de nuestro Arauca, en un momento tan critico como el que vive la región.
En la rendición de cuentas que por obligación rinden los mandatarios, la gobernación de Arauca prácticamente no tiene una sola obra para mostrar. Las carreteras, las escuelas y colegios están en muy mal estado de conservación, las inversiones que anunciaron iban a hacer para poner en marcha para la agroindustrialización, se quedaron en veremos. Además, inundaciones por todas partes y casi nulo el apoyo a las comunidades afectadas.
Si mi obligación en este balance es mencionar también las cosas buenas, me rasco la cabeza y no encuentro algo que valga la pena resaltar.
Ahora bien, debemos reconocer que gran parte de la culpa es de nosotros los araucanos, que sabemos lo malos y corruptos que son los dirigentes que tenemos y seguimos votando por ellos. Ahí estaría la génesis del problema. Por tanto, en vez de quejarnos tanto debemos prometerle a Dios que la próxima vez que votemos lo hagamos con más responsabilidad.
* Cayo Mario Sepúlveda es dirigente social y comunicador araucano.