Por PUNO ARDILA
Con la salida de Lionel Messi del equipo aquel entre cuyos fanáticos hay muchos colombianos (ni idea por qué), un equipo francés lo contrató y, como consolación le ofreció un salario de miserables 35 millones de euros al año; una suma que en pesos colombianos son algo así como trece mil millones mensuales; algo más de 440 millones diarios. Lo que Lionel Messi se ganará en un día jugando fútbol es lo que un colombiano promedio, que tenga la suerte de contar con un empleo de salario mínimo, se ganará en cuarenta años.
Partamos de este principio —me advirtió el ilustre profesor Gregorio Montebell—: ¿a usted le parece normal que los noticieros, los medios de comunicación, el Estado y la sociedad en general prioricen el fútbol, al tiempo que dejan relegados y abandonados los deportes que sí nos han dado gloria en el panorama internacional, como el boxeo, el ciclismo (deporte nacional) o la marcha olímpica?
Claro está —continuó Montebell— que no solo el fútbol plantea la enorme desigualdad que del mundo; en cualquier espacio puede verse cómo las familias buscan que sus hijas se vuelvan modelos o reinas, o lo que sea, para que se forren en billete sin necesidad de sufrir un proceso académico e intelectual; sin tener que amargarse con libros; sin tener que pensar. En serio, así como encuentra uno en la historia que las familias soñaban con tener una hija monja y otra casada con gente de bien, y un hijo cura y otro militar, ¿cuántas familias sueñan hoy con tener un hijo futbolista y una hija modelo? Los tiempos han cambiado, pero las intenciones se parecen mucho en las dos épocas. Y ni qué decir de otras formas más fáciles (y torcidas, por supuesto) de hacerse al dinero, como la delincuencia común, el narcotráfico y la política. Pero estos no son los temas que usted me planteó, sino el del fútbol, así que sigamos con ese cuento.
Este fenómeno de la priorización del fútbol obedece al dios dinero, que es la prioridad en el mundo desde que “el estiércol del diablo” cobró la importancia que tiene. Un ejemplo: el fútbol femenino, de tan altas calidades, pasa tan desapercibido como la esgrima o el nado sincronizado; ni lo nombran. Pero, en el fútbol profesional masculino, y sus clubes, y sus federaciones, y sus boleterías, y sus reventas, lo que se mueve es la plata.
Pues si vamos a ver los intríngulis del asunto, puede notarse, siendo el dinero el factor que da la mayor importancia al fútbol, que es un montón de manejos nada claros los que le dan a este espectáculo otro tinte, otro perfil, distinto de ser un espectáculo, como cualquier otro, y alejado por completo del principio que debiera tener alrededor de la práctica del deporte. Por lo que llegamos, entonces, a la necesidad de tocar los temas que no toqué, por respeto al tema del fútbol, pero que nos convoca a lo mismo que le dije hace un rato: desde que haya dinero fácil de por medio, todos los caminos conducen a lo mismo. Es más; lo invito a que reflexione sobre una frasecita sabia que invocan los desconfiados (que por eso sobreviven), cuando les ofrecen el camino fácil para llegar a la gloria: “De eso tan bueno no dan tanto”.
@PunoArdila
(Ampliado de Vanguardia)