Por GERARDO MARTÍNEZ MARTÍNEZ
Lo de los “peipers Pandora”
con nombres de personajes,
demostraron sin ambages,
que ellos defraudan sin mora.
Las élites, se rumora,
de Chars, Gilinski, Cabales,
Juncos, Ramírez, Cabrales,
y otros muchos conocidos,
ya no son solo apellidos:
parecen tipos penales.
Son familias muy ufanas:
Gerlein, Barberis, Boteros;
Peñalosas, Daes, Oteros,
un Gaviria y dos Pastranas.
Ellos juegan gana-gana,
entre enredos y tapujos,
para financiar sus lujos,
algunos que no conozco,
Solartes, Pacheco, Orozcos,
Abuchaibes y Araújos.
Y se llaman empresarios
porque mantienen empresas,
llenas de muchas sorpresas
con fraudes y con prontuarios.
De finos vocabularios,
de figuración notoria,
de reconocida historia
y de sobra conocido,
que además el apellido
va con pena supletoria.
Cortar por lo sano
Hicieron el simulacro
para prevenir desastres
y evitar los tantos lastres
por lo micro y por lo macro.
Desde este púlpito sacro,
de prevención en los topes,
no podemos ser bodoques:
“si es para evitar tragedia,
como diría Wikipedia,
que se vayan Duque y López”.
Idiota útil
Con beligerancia inútil
un presidente sabido,
dijo en tono enfurecido,
que no sería idiota útil.
El argumento fue fútil
o no lo entendimos bien;
claro, fue expresivo al cien,
pero, como habló de idiota,
le regresa la pelota
para que diga de quién.
Porque existe la sospecha
de que tiene la razón:
la mano en el corazón
y el grito del que se arrecha.
Esa relación estrecha
de sumisión muy amable
resulta poco confiable,
y cuando no se obedece,
la debacle, eso parece,
se torna medio ‘innombrable’.
@pedrojdelvalle
* Imagen de portada tomada de Caracol