Por GERMÁN AYALA OSORIO
La visita del Secretario General de la ONU, António Guterres, constituye un espaldarazo al proceso de paz y manda un mensaje claro a las coaliciones político-electorales que hacia 2022 buscan llegar al Congreso y poner presidente para el período 2022-26: la ONU, la CPI y una parte importante de la comunidad internacional respaldan el Acuerdo de Paz. Y desde estas instancias de poder global no se verá con buenos ojos que el próximo gobierno haga nuevos esfuerzos por hacer trizas la paz, como lo han intentado Iván Duque Márquez y los miembros de la secta-partido Centro Democrático (CD).
De cara a las elecciones, es importante ir develando quiénes de los actuales precandidatos acompañan el compromiso de la ONU y respaldarían la implementación de lo acordado en La Habana. Ya hay varios precandidatos que dejan entrever el talante que usarán para enfrentar los desafíos que conlleva cumplir con lo pactado entre el Estado y las Farc.
Ya Federico Gutiérrez, exalcalde de Medellín y ficha de Álvaro Uribe, de manera precoz se muestra como un candidato enemigo de los acuerdos y de la implementación. Buscando agradar al Gran Imputado, Gutiérrez atacó a la JEP. En sus señalamientos a varios medios, “Fico” deja entrever la molestia que le genera ver en el Congreso a los exguerrilleros y la poca celeridad que el tribunal de justicia transicional ha mostrado en la tarea de juzgar a los criminales de lesa humanidad. “La JEP tiene que demostrarle al país que va a administrar justicia a quienes cometieron delitos de lesa humanidad«, señaló Gutiérrez. No solo tiene dudas frente al tribunal de paz, sino que espera condenas ejemplarizantes, olvidando que la JEP representa un modelo de justicia restaurativa, alejado del sentido vindicativo que inspira a la justicia tradicional, ordinaria.
O sea que si llegase a convertirse en presidente de la República, Gutiérrez haría lo mismo que Iván Duque: atacar la Jurisdicción Especial para la Paz. Y muy seguramente, como máxima autoridad administrativa, buscaría afectar económicamente la implementación del Acuerdo. Como consumado uribista, “Fico” quiere simpatizar con los millones de colombianos que votaron NO en el plebiscito, y competir con Óscar Iván Zuluaga, el comodín distractor con el que Uribe y una parte del Centro Democrático intentan ocultar la preferencia del líder natural de esa secta-partido por este miembro de la engañosa Coalición de la Experiencia.
Aunque Zuluaga en agosto de 2021 dijo a varios medios masivos que la JEP y los acuerdos hay que respetarlos, advirtió que “lo que hay que buscar es cómo su implementación está de acuerdo a las posibilidades fiscales que tiene el país, cómo enfrentar ese fenómeno de las disidencias de las Farc que hoy nos plantea una nueva modalidad de terrorismo: el urbano«.
En el manejo administrativo y fiscal de la implementación habría coincidencias entre estas dos fichas de Uribe Vélez, lo que sin duda jugaría a favor de aquellos sectores de poder económico y político que están esperando que el proceso de paz fracase. Todo peso que se le quite a la implementación, juega a consolidar y expandir las incertidumbres y los miedos de los excombatientes que ya les generan la lentitud impuesta por Duque y los más de 300 de sus compañeros asesinados con la anuencia del Estado.
Por el lado del Pacto Histórico parece haber unidad de criterio entre sus principales figuras, Gustavo Petro y Roy Barreras, en asegurar el éxito de la implementación de lo acordado en Cuba.
Entre tanto, Alejandro Gaviria, quien dejó entrever que quizás haría pactos y alianzas con quienes representan hoy electoral y políticamente al uribismo, de tiempo atrás respalda a la JEP y en general a lo acordado entre el Estado y la entonces guerrilla de las Farc-Ep. En el 2019 explicó así a un medio de comunicación su respaldo al movimiento Defendamos la paz: “Las razones son muchas: porque representa la esperanza de avanzar hacia un país sin víctimas, porque es un compromiso institucional, porque está en juego nuestra credibilidad internacional, y porque los acuerdos son una oportunidad para tomarnos en serio el desarrollo rural, entre otros”.
El cierre que de la investigación preliminar contra Colombia hizo la CPI y el respaldo al proceso de paz que la ONU acaba de ratificar con la visita de Guterres, constituyen un llamado de atención para aquellos uribistas que buscan llegar al Congreso y a la Casa de Nariño con la renovada tarea de hacer “trizas ese maldito papel que llaman el acuerdo de paz”.
Se fue António Guterres, pero quedaron “Fico” Gutiérrez y Zuluaga.
@germanayalaosor