Por GERMÁN AYALA OSORIO
Después de la “designación” de Óscar Iván Zuluaga como candidato del Centro Democrático, la senadora María Fernanda Cabal salió a exigir que se hicieran públicos la muestra, los datos recaudados y los resultados de las firmas encuestadoras que participaron del proceso. La Cabal sembró un manto de duda porque alcanzó a soñar que sería la elegida, de ahí la enorme frustración que la embarga. Veremos hasta dónde llega con sus reclamos, cuando sabe que quien da las órdenes dentro de la cofradía del CD es su admirado y amado presidente eterno. Por el contrario, a Paloma Valencia y los otros aspirantes siempre se les vio tímidos en sus campañas y jamás creyeron que serían los escogidos.
Más allá de la pataleta política, en el reencauche de Zuluaga se puede advertir no solo el poder y la mano del propietario de la secta-partido, Álvaro Uribe Vélez, sino la sumisión de todos los que participaron en la encuesta que obró como consulta interna. La subordinación de unos y otros, incluyendo a la propia Cabal, hace pensar en que es verdad que el Gran Imputado maneja esa congregación dentro de lo que se conoce como “disciplina para perros”.
Con la sagacidad que le caracteriza, Uribe sabe que la figura de Zuluaga está desgastada y debilitada, no solo por su nulo carisma sino por los efectos negativos que le generó en su imagen el escándalo de Odebrecht. Por ello, su real alfil para 2022 es Federico Gutiérrez. Este será, si llegare a ser presidente de la República, su nuevo “Jorgito”.
Fico es mal hablado, grosero, negacionista del conflicto y se opone a que los exguerrilleros de las extintas Farc deambulen libres por el Congreso. Además, comparte con el expresidente la idea de mano firme en temas de seguridad, o sea más violencia policial. Se suma a lo anterior que es un paisa-paisa-repaisa. Eso para Uribe es garantía de lealtad, y derivará en que el nuevo ungido obedecería a todos los caprichos del gran hacendado.
Así las cosas, Zuluaga fungirá como un comodín-distractor que le permita a Uribe mantener el poder que le confiere ser el gran elector en Colombia. En este contexto la Coalición de la Experiencia es otra extensión del uribismo, con todo lo que implica ética y moralmente.
Lo anterior no quiere decir que la Coalición de la Esperanza sea la antítesis del uribismo. En la campaña propiamente dicha, sus integrantes dirán que ellos tomarán distancia de Uribe y del uribismo, pero eso no será del todo posible por una razón fundamental: desde 2002 Uribe dejó montada una red clientelar de servidores públicos cuya función es defender el “legado” del hoy sujeto sub judice. Además, dentro de las fuerzas militares opera una red de seguidores de Uribe, cuyos miembros continúan defendiendo la tesis que señala que el Acuerdo de La Habana fue una claudicación y que esa negociación mancilló el honor de los soldados que combatieron a las entonces Farc.
Como en política no hay amigos sino intereses, Zuluaga terminará aceptando un ministerio o una embajada. Y todo indica que los recursos financieros salidos de la contratación oficial por la cancelación de la Ley de Garantías, las tramoyas políticas y electorales, todo esto se pondrá al servicio de la campaña presidencial de Fico. Quizás en la segunda vuelta veamos en la contienda por la presidencia, a Petro enfrentando a Fico Gutiérrez.
Lo único cierto, entonces, es que Zuluaga no es el que dijo o dirá Uribe: es Federico Gutiérrez. Veremos quién más estará dispuesto a ser el nuevo “Jorgito”. Ya el país no hablará más del títere que atiende en la Casa de Nariño, sino del nuevo ‘Jorgito’ al que le sostiene la cabeza mientras da vueltas con su caballo. Colombia avanza. ¡Ajúa!
@germanayalaosor