Por PUNO ARDILA
—Me parece increíble que no clasifiquemos al mundial —dijo de pronto Osquítar, mientras se distraía en la biblioteca revisando sus redes sociales— porque nuestra selección definitivamente como que no saca la pata del barro. Parece que no tendremos la oportunidad de gozarnos la Copa Mundo de este año.
—A mí no me parece tan grave —repliqué—; es bueno apreciar el esfuerzo de los deportistas, y la selección nos ha dado satisfacciones.
—Pero no es solo eso —continuó Osquítar—; los partidos de la selección sirven para que la gente olvide tantos problemas del país.
—He ahí el meollo del asunto —interrumpió el ilustre profesor Gregorio Montebell, que parecía enchufado físicamente con la lectura de Conexión Colombia, de Eduardo Sáenz Rovner—; lo que dice Osquítar es el secreto de lo que se hace en este país, cuando coincide el año del mundial de fútbol con las dos elecciones más importantes de nuestra democracia de mentiritas. Fíjense ustedes que eso de “pan y circo” tiene fundamento en Colombia, porque se traduce en tamal y fútbol; y así ha sido, y así sigue siendo, mientras los colombianos no aprendan a leer.
—Pero es bueno sentir el patriotismo que solo nos da el fútbol —insistió Osquítar—.
—El ciclismo también, y más —le respondió Montebell—; lo que pasa es que al fútbol se le ha dado más importancia y más trascendencia a lo largo del tiempo. Incluso, como muchos sabemos, lo menos que gira alrededor del juego es el hecho deportivo; en realidad, lo que mueve todo este mundo futbolístico es el dinero. Y, en el caso colombiano, la política ve en el fútbol un aliado para sus propósitos; un soma para evadir la realidad y dejar el camino libre a la corrupción.
Aunque este año las fechas no coinciden exactamente, como en años anteriores, lo que hacía difícil que los ciudadanos se concentraran en lo verdaderamente importante, y que llegaran incluso a quedarse en casa viendo un partido en vez de salir a votar, de todos modos, a muchos de nuestros paisanos colombianos los mueve más un encuentro de estos a la pata de un balón que un encuentro con la democracia, a la pata de mejorar las condiciones socioeconómicas y culturales del país. Aunque las fechas no coinciden —como decía—, no por ello la atención se fijará en lo más importante, sino en lo más popular.
—Pero el fútbol también hace patria —repitió Osquítar—.
—Seguramente —contestó Montebell—, pero si analizamos las cosas como son, y aunque sonemos como seres extraños, como extraterrestres o engendros del demonio, lo mejor que puede pasar este año es que Colombia no vaya al mundial de fútbol. Es más, lo mejor sería que no hubiera mundial de fútbol (aunque cualquier otra vaina se inventarían entonces para esconder la cabeza de la realidad).
En fin, para nosotros, los excéntricos, el fútbol no es el eje del mundo, y no está de más que los colombianos aprovechen, y, en vez de ver partidos de fútbol, se dediquen a analizar las hojas de vida y las propuestas de los candidatos. Tal vez así sea posible que elijan al mejor, o por lo menos al menos peor (valga la redundancia).
@PunoArdila
(Ampliado de Vanguardia)
* Foto de portada, tomada de Colombia.com