Por JORGE SENIOR
Las elecciones de este año en Colombia han despertado gran interés internacional, pues según las predicciones de los analistas es probable que, por primera vez, haya un viraje significativo en el país más conservador del continente. De cumplirse esta predicción, cambiaría el mapa político de Latinoamérica en su eslabón más inamovible.
La posibilidad del viraje se evidencia en dos señales: el declive del uribismo que ha hegemonizado la política en las últimas dos décadas y el liderazgo en las encuestas de un candidato de centroizquierda, mientras el resto del espectro político ha tenido dificultades en conseguir un candidato fuerte.
En el mes de marzo será el primer round con las elecciones parlamentarias y las consultas internas de tres coaliciones para escoger su candidato a las presidenciales. En Colombia el Congreso es bicameral. A fines de mayo tendremos la primera vuelta presidencial y, si no hay un candidato que obtenga más del 50%, tres semanas después, en junio, será la segunda vuelta definitiva que disputarán los dos candidatos con mayor votación en la primera.
El panorama político electoral lo podemos describir utilizando el tradicional espectro de izquierda – derecha. Básicamente hay cinco sectores: extrema derecha, derecha, centroderecha, un outsider impredecible pero de derecha también y, finalmente, la centroizquierda. No hay extrema izquierda significativa en la cancha electoral. Las desmovilizadas FARC, por segunda y última vez, tienen aseguradas 5 curules en el senado y 5 en la cámara de representantes, gracias a los acuerdos de paz.
La extrema derecha está representada por el Centro Democrático, aunque parezca un oxímoron. Éste es el partido del expresidente Álvaro Uribe Vélez y del actual presidente Iván Duque Márquez, dos figuras que pasan por su peor momento en las encuestas. A diferencia de elecciones anteriores el uribismo ya no se vislumbra como la fuerza determinante, ni siquiera con sus habituales aliados conservadores. No obstante, el uribismo domina el aparato estatal, las fuerzas militares y varios gremios importantes, para no mencionar las fuerzas oscuras del narcotráfico. Ese dominio incluye la registraduría, responsable del escrutinio de la votación. He ahí una razón, sumada a ciertos antecedentes, para temer un fraude. El candidato de este sector es Óscar Iván Zuluaga, perdedor en 2014 frente a Juan Manuel Santos. En aquella ocasión Zuluaga ganó la primera vuelta, pero gracias a la ayuda de centroizquierda en la segunda Santos se llevó la victoria. Las dos campañas se vieron manchadas por el escándalo de Odebrecht.
La derecha, que ha cogobernado con el uribismo, integra una coalición denominada Equipo por Colombia, con 5 precandidatos: David Barguil (partido conservador), Federico Gutiérrez (exalcalde de Medellín inscrito por firmas), Alejandro Char (exalcalde de Barranquilla inscrito por firmas pero perteneciente al partido Cambio Radical, otro nombre con sabor a oxímoron), Enrique Peñaloza (exalcalde de Bogotá que aterrizó en el partido de la U), Aydeé Lizarazo (cuota femenina, representa un pequeño grupo religioso y no tiene opción). No está fácil predecir ganador de esta candidatura, pero hasta ahora las posibilidades se inclinan a favor de Federico Gutiérrez.
La centroderecha es derecha ambigua y vergonzante, pues se presenta como “centro” y como “alternativos”. Se integra en la coalición Centro Esperanza y cuenta con 7 precandidatos: Sergio Fajardo (exalcalde de Medellín y tercero en presidenciales del 2018), Alejandro Gaviria (exsubdirector de planeación de Uribe y exministro de Santos), Juan Manuel Galán (Nuevo Liberalismo), Jorge Robledo (partido Dignidad), Juan Fernando Cristo (viene del partido liberal), Carlos Amaya (viene de los verdes) e Ingrid Betancur (famosa exsecuestrada por las FARC). Todo indica que Sergio Fajardo volverá a repetir en estas elecciones.
El outsider impredecible es Rodolfo Hernández, un extraño personaje locuaz y a veces patán, empresario, exalcalde de Bucaramanga. Con 76 años, es el único anciano en la contienda. Se presenta como antipolítico, una bandera que vende en sectores del país hastiados de la corrupción. No cabe duda que su ideología es de derecha.
La centroizquierda está unida en el Pacto Histórico y cuenta con 6 precandidatos: Gustavo Petro (partido Colombia Humana-UP, exalcalde de Bogotá, viene del M19), Camilo Romero (exgobernador de Nariño, viene de los verdes), Francia Márquez (ambientalista, afro), Arelis Uriana (Mais, indígena), Alfredo Saade (sector religioso que no es de izquierda), Luis Fernando Velasco (viene del partido liberal). El archifavorito es Gustavo Petro Urrego, seguro ganador de esta consulta y muy probable ganador de la primera vuelta, pues lidera sólidamente todas las encuestas. Sin embargo, es poco probable que logre el 50% necesario para alzarse con el triunfo sin necesidad de segunda vuelta.
Así las cosas, los 5 candidatos probables que disputarán la primera vuelta son: Oscar Iván Zuluaga (uribista), Federico Gutiérrez (cercano al uribismo), Sergio Fajardo, Rodolfo Hernández y Gustavo Petro. La gran incertidumbre es cómo se alinearán las fuerzas y los votantes en la segunda vuelta que enfrentará a Petro con uno de los otros cuatro, probablemente Gutiérrez o Fajardo, sin descartar a Char o Gaviria si lograran derrotar a aquellos en sus respectivas consultas de marzo. Tampoco se puede descartar que irrumpa algún otro en la baraja, como por ejemplo Germán Vargas Lleras, líder de Cambio Radical y exvicepresidente de Santos.
Con este panorama, la mayoría de los protagonistas basan su campaña en inflar el miedo a Petro, en vez de sustentar propuestas programáticas, como debería ser en un debate serio. Intentan mostrar al seguro candidato del Pacto Histórico como si fuese un extremoizquierdista, cuando en realidad Petro ha sido siempre de ideología socialdemócrata y de liberalismo social, como lo fue el propio M19 en los años 80, proyecto político que se refleja en la actual Constitución de Colombia surgida en 1991 (ver columna sobre su reciente libro autobiográfico).
En contraste, Petro está obligado a la amplitud y moderación pues necesitará muchos apoyos de otros sectores en segunda vuelta y una amplia coalición en el Congreso elegido para tener gobernabilidad, así este país tenga un régimen presidencialista. Un Congreso que va a estar bastante repartido entre liberales, conservadores, uribistas, cambio radical, verdes, Pacto Histórico y diversas minorías.