Por ALEJANDRO CABEZAS
En los últimos días se realizaron dos debates entre los precandidatos de las distintas vertientes que desean ocupar el solio de Bolívar, como resultado de la invitación de reconocidos medios nacionales. Aunque el cara a cara y las próximas encuestas no serán definitivas en el perfilamiento del próximo Presidente de los colombianos -el primer medidor serán las elecciones legislativas-, se hace necesario reconocer el futuro cercano del debate electoral mediante el análisis de guiños, posibles futuras alianzas, contradicciones internas en los propios equipos y el fortalecimientos de los discursos: ¡que empiece el juego de las presidenciales!
TODOS CONTRA PETRO – El primer síntoma evidente a leguas es la animadversión de la mayoría de los candidatos hacia la figura de Gustavo Petro; -no menos coincidencial resultó que el auditorio citado por Victoria Eugenia y compañía estaba a todas luces inclinado hacia el otro lado de la balanza y esto se hizo evidente cada vez que el precandidato del Pacto Histórico intervenía-; los ánimos se caldearon cuando Petro se refirió al caso Hidroituango y Fajardo brincó a tildarlo de grosero e irrespetuoso; pero la evidencia que le puso la cereza al pastel fue la intervención del Candidato del Centro Democrático Oscar Iván Zuluaga quien, al defender al jefe natural de su partido el expresidente Álvaro Uribe, manifestó expresamente y dirigiéndose a la figura de Petro: “la obligación de todos nosotros es derrotarlo a usted”: blanco es, gallina lo pone y a veces trae chocolate adentro.
CAMILO ROMERO Y ALEJANDRO GAVIRIA: LOS CONCILIADORES – Camilo Romero, exgobernador de Nariño, haciendo honor a su ya conocido talante respetuoso y conciliador, jamás se salió de sus cabales e hizo una defensa tanto de las Instituciones como de los procesos de acercamiento con grupos residuales: su perfil que poco se acomoda al show verdulero de otros candidatos, más sí a las soluciones concretas, no le permiten despegar en la contienda; por su parte, y después de la desinflada en las encuestas con su aparatoso ingreso a la contienda electoral -el apoyo de César Gaviria-, el exministro optó por un tono conciliador y esperanzador, el cual se evidenció cuando se refirió a la necesidad de un proceso de paz con el ELN y las Disidencias; sin embargo, se le salió el Chucky cuando Ingrid Betancourt lo cuestionó por sus últimas alianzas -haciendo clara alusión a la adhesión de Germán Varón Cotrino-; Gaviria entonces replicó acusándola de “hipócrita y oportunista”.
IMPLOSIÓN DEL CENTRO: El partido se puso bueno cuando Ingrid Betancourt dejó entrever estaba próxima a abandonar ese barco, luego de lavar la ropa sucia de Alejandro Gaviria frente a la audiencia nacional; la pedrada fue clarita al hacer alusión a las últimas adhesiones a la campaña de este, con sendas fichas claves de Vargas Lleras y César Gaviria; la fractura fue evidente y el agarrón digno de pelea callejera, ante lo cual Sergio Fajardo despertó y trató de entrar a mediar. Por su parte, el mayor de los Galán ni fu ni fa: metámoslo a la lista de los conciliadores.
EL DISCURSO DEL GARROTE: Gran parte de las miradas se centraron en el candidato Rodolfo Hernández, quien se convirtió de unas semanas hacia acá en el consentido de los medios -ya que la tarea les salió mal con el exministro Alejandro Gaviria-. Pese a que un momento íntimo donde el ingeniero rompió en llanto al recordar el secuestro y supuesto asesinato de su hija por parte del ELN, replicó manifestando su aceptación a un posible proceso de negociación con esta guerrilla y con las disidencias de las FARC; dicha intervención, aplaudida por el respetable, hizo recordar a este columnista el discurso con el cual cierto expresidente llegó al poder y por el que aún sigue moviendo los hilos del país tras bambalinas. Sumémosle a Hernández la pelea que tiene cazada con Fico por aparentes hechos de corrupción durante la administración de este último al frente de la Alcaldía de Medellín… burros hablando de orejas, como dijo la vecina: ¡Jesús debe estar revolcándose en su tumba! Lo que sí es cierto es que el discurso del garrote en un país signado por los odios no deja de ganar adeptos. No se nos haga raro un aumento de popularidad del “inge” en las encuestas que se vienen y que los medios de comunicación nos lo quieran meter en el corazón como la versión anciana de Yanfri o como al estilista que nadie con un salario mínimo en el bolsillo había oído nombrar en su vida.
MACHISMO ELECTORAL – Desde la forma en que mueven las manos, como se sientan en sus sillas, hasta la efusividad de los aplausos: así me enseñaron a analizar los discursos, por ello se hizo particularmente llamativo que cada vez que Ingrid Betancourt (Centro Esperanza) y Francia Márquez (Pacto Histórico) intervinieron, el público fue reticente y evasivo; ello solo reafirma un país sintomáticamente machista y que hace oídos sordos a las propuestas de las candidatas. Pero apartándonos de este precepto, entremos al análisis de las dos contendientes: Márquez se destacó por hacer un llamado vehemente a los actores armados para hacer una tregua en tiempo electoral si es que acaso están realmente interesados en sentarse a la mesa de negociación; por su parte Betancourt se destacó por querer cazar batallas en las cuales salió mal librada: la primera con Gustavo Petro en lo que refiere a los acercamientos de éste último con Luis Pérez Gutiérrez -exalcalde de Medellín investigado por aparentes vínculos con grupos paramilitares y por su responsabilidad política en la ‘Operación Orión’-, y la segunda, con su compañero de coalición Alejandro Gaviria y de la que ya hablamos en líneas anteriores: cabe anotar que en las dos salió muy mal librada, en la primera porque no se pudo comprobar el acercamiento de Petro con Pérez y que no dejó de ser un chisme de pasillo, y en la segunda porque como dijo la abuela “la ropa sucia se lava en casa”.
Este primer round no dejó conclusiones contundentes, es sólo un calentamiento, pero que estuvo bueno…estuvo bueno, ¡pa’ que!; sin embargo, se pueden predecir nuevas alianzas, quemados en las consultas interpartidistas, y enamoramientos políticos que no necesariamente tengan que desbocar en la cama de sus propios partidos.
¿Conclusiones? La primera: es muy difícil ganar en primera vuelta yendo solos a la pelea. La debacle del Centro Democrático se vislumbra en cabeza de Zuluaga, lo que no quiere decir que el candidato de Uribe sea Oscar Iván: a buen entendedor, pocos ingenieros. La segunda, la salida de Íngrid Betancourt de la coalición Centro Esperanza. La tercera, Rodolfo es el nuevo Yanfri de Caracol y RCN, pero en versión gamín. La cuarta, la izquierda debe afilar lanzas y escudos porque serán objeto de recios ataques perseverantes en próximas jornadas. La quinta, Fico se desinfló y ni fu ni fa, aunque verlo pelear con el viejito Rodolfo nos quita el sueño. La sexta, Juan Manuel Galán se contradice en su discurso antidrogas: un día propende por la legalización y al otro se acuerda de su papá y dice que se deben enfrentar a los carteles con toda la contundencia. La séptima, Camilo Romero despunta a futuro como un líder político ejemplo para las nuevas generaciones, pero en esta ocasión, no será. La octava, qué lástima que no estuvieron Peñalosa ni Char porque siempre hace falta de quien burlarnos; y la última, un aplauso para el asesor de Oscar Iván que le dijo que se cambiara esas zapatillas hediondas y mejor volviera a los clásicos zapatos de amarrar.
Quedamos a la espera del segundo round. Bienvenidos a Colombia…con ¡p mayúscula!