Por PUNO ARDILA
—¿Usted sabe en cuál día de la Semana Santa no debe interpretarse música porque es pecado? —pregunté al ilustre profesor Gregorio Montebell, con sincero interés por la respuesta—, porque estaba convencido de que es el Viernes, pero alguien dijo que es el Jueves.
—De acuerdo con la tradición cristiana, el Jueves Santo se conmemora el último encuentro de los apóstoles con Jesús, con momentos agradables que terminaron en una generosa cena; y hemos visto cómo se ha popularizado a través del tiempo la costumbre de dar una limosna (también generosa: “la limosnita del mediodía”). El Viernes, en cambio, desde muy tempranas horas de la madrugada, se silencian los creyentes y se recogen más en la reflexión, por respeto a los martirios y a la crucifixión del Nazareno, y no deben sonar las campanas, sino la matraca, porque todo debe llamar al luto y al pesar. Pero, respecto a su pregunta, eso de no tocar música depende —continuó risueño el profesor—, porque, si es algún intérprete de “reguetón”, es pecado que cante cualquier día de la Semana Santa, o cualquier día del año, o cualquier día de cualquiera de sus reencarnaciones. En cambio, si se trata de interpretar buena música, ningún día es pecado. ¿Quién le dijo eso?
—Me lo dijo un amigo cercano, criado en todas aquellas tradiciones recientes, que tal vez nos acompañaron a muchos en nuestra formación; esas que hablaban de no bañarse en días santos, porque el que se bañe se vuelve pescado (o pez, supongo); ni se puede leer, porque se queda ciego; ni se puede cantar, porque se queda mudo; mejor dicho, en días santos no se puede hacer nada diferente de rezar y flagelarse.
—Pues eso de no bañarse y de no leer supongo que es por sacarle el quite a hábitos que son imprescindibles para la salud del cuerpo y del espíritu; pero, le repito, lo de no cantar sí debe ser por tener momentos de descanso frente a aulladores fastidiosos, que por todos lados hay. Aunque hay muchas tradiciones (generalmente, sin asidero en la realidad), lo que se haga con respeto por los demás no tiene por qué ser pecado, porque muchos de estos “pecados” obedecen a intereses que no son propiamente espirituales. No es pecado, incluso, dudar de afirmaciones de la Iglesia, o investigar sobre hechos importantes, como hizo Andreas Faber-Kaiser, cuyos estudios podrían probar la muerte de Jesús de Nazareth en Cachemira. Este hombre recolectó información valiosa para demostrar que Jesús fue descolgado vivo de la cruz, y huyó a pie con su madre hasta Cachemira, en la India, donde murió muchos años después. Pidió de todas las formas la autorización para la exhumación del cadáver, pero El Vaticano no le concedió el permiso.
—¿Y por qué? ¡Sería la demostración de que Jesús sí existió!
—Sí, pero también sería la prueba de un Jesús humano, no resucitado ni ascendido, que derrumbaría mitos y “misterios”. Seguramente convocaría prosélitos, pero golpearía muy duro a la Iglesia, y eso no le conviene.
Mensæ tegumentum. En internet puede encontrarse suficiente información sobre la investigación de marras, además de textos a favor y en contra. Les dejo este enlace por si quieren revisar el contenido del texto: https://www.derechopenalenlared.com/libros/jesus-vivio-y-murio-en-cachemira.pdf
@PunoArdila
(Ampliado de Vanguardia)
* Imagen de portada: El descendimiento de la cruz (Rubens, 1600-1602)