Por DIEGO OTERO PRADA
A la par con la falta de tino que al parecer caracteriza al hermano de Gustavo Petro, la extrema derecha, el uribismo, el duquismo y los malquerientes que tienen problemas personales con Gustavo Petro -como Sergio Fajardo y Jorge Robledo-, se han lanzado todos a una en una campaña calumniosa y de desinformación sobre lo que significa el perdón social, muy propio de ignorantes y de gente de mala fe.
Los ignorantes confunden perdón con rebaja de penas, con excarcelaciones, con no extradición, con negociar votos, con un “Pacto de la Picota”, como de manera miserable acusa Robledo, quien con esta afirmación se ubica en el campo de la extrema derecha.
El tema del perdón es tan antiguo como las religiones y ha sido objeto de profundas reflexiones por filósofos de todas las épocas.
La teoría sobre el perdón
En esta corta reflexión voy a referirme a la teoría del perdón del filósofo francés de origen argelino, Jacques Derrida, quien murió en 2004 y trató este tema en una serie de conferencias en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, y en una entrevista a Michel Wieviorka en 2003. Igualmente, el sicólogo Walter Risso ha tratado el tema del perdón.
“En principio no hay límite para el perdón, no hay medida, no hay medición, no hay un ¿hasta dónde?”, dice Derrida.
¿Qué sería un perdón que solo perdona lo perdonable? De lo inexplicable o lo irreparable no se puede deducir lo imperdonable.
El perdón se confunde equivocadamente con disculpa, pena, amnistía, prescripción.
El perdón deberá permanecer excepcional y extraordinario, sometido a la prueba de lo imposible.
El perdón perdona solo lo imperdonable. Solo puede ser posible si es imposible. El perdón no implica ninguna contraprestación ni debe ser pedido.
No se trata de perdonar lo que podría decirse pecados veniales, esto es sumamente sencillo. Se trata de perdonar lo imposible, digamos los pecados mortales, es decir, volver posible lo imposible.
El perdón es incondicional, no pone condiciones. El perdón jamás debería corresponder a una terapia de la reconciliación.
Walter Risso dice: “Perdonar es no odiar, extinguir el rencor y los deseos de venganza, negarse a que el resentimiento siga echando raíces”.
El concepto de Derrida sería lo que se llama el perdón puro, el perdón sin soberanía, que no pone condiciones, que no es pedido, que no lleva a la reconciliación o la amnistía. Es un perdón individual, no hay un tercero que hable en nombre de las víctimas, no hay un soberano.
Para otros, entre ellos Jankélévitch, se trata más bien del perdón impuro, que exige condiciones de reconocimiento, de verdad, de arrepentimiento y una petición de perdón.
La discusión es amplia porque hay otros tipos de perdón: el Divino, el institucional, el del soberano.
El tema del perdón no es para debate político
Este tema del perdón es muy complejo y no puede ser objeto de un debate político porque da lugar a muchas confusiones, como lo ha mostrado el debate actual, con unas posiciones ignorantes y oportunistas de los señores Federico Gutiérrez, Sergio Fajardo y Jorge Enrique Robledo, entre otros, que apelan a las emociones de los colombianos y muestran un total desconocimiento sobre todo lo que se ha escrito sobre el perdón por filósofos, religiosos, sociólogos, penalistas y sicólogos, entre otros.
Gustavo Petro tiene razón filosófica, pero no política, porque en el clima de odios y desinformación que hay en Colombia, la derecha y los ignorantes dan equivocadamente el sentido a la palabra perdón como rebajar penas a los que están en la cárcel, negociaciones políticas, que es totalmente falso, y dada la discusión filosófica de este tema, no da para que lo entiendan los colombianos, diría, en su casi totalidad, si no se hace una explicación muy clara.
La discusión sobre el perdón no es para llevarla al debate político, porque con total cinismo los verdaderos corruptos y clientelistas tergiversan la noción de perdón como rebaja de penas, y acusan de corruptos a sus contendores electorales. ¿Cómo es posible que un señor como Federico Gutiérrez, un ingeniero ignorante, candidato de un Iván Duque, al que apoyan todos los partidos tradicionales clientelistas, lleno de corruptos y de vínculos con paramilitares y narcotraficantes, se atreva a hablar como representante de la pureza y atacar al senador Petro de corrupto y amigo de paramilitares y narcotraficantes? Es el colmo de la doble moral, del cinismo, el mundo al revés.
En esto, todos los columnistas de derecha y algunos del centro neutro han tergiversado totalmente la posición de Gustavo Petro, hablan miserablemente del Pacto de la Picota. Esto muestra ignorancia, deseos de calumniar, falsedad, viscerales odios personales.
Señores, lean a Jacques Derrida, a Hegel, a Kant, a Walter Risso, a los grandes representantes de las iglesias cristianas, las diversas variantes del islam, el judaísmo o el budismo, para que aprendan sobre el perdón.
Es lamentable que un tema tan delicado, filosófico y vital, que ha servido para discusiones muy importantes, sea objeto de oportunistas políticos de extrema derecha, derecha y de centro neutro, que todo lo distorsionan con motivaciones políticas muy dudosas. Esto forma parte del clima de desinformación y demonización contra Gustavo Petro.
Claros ejemplos de estos ignorantes colombianos son Vlado, Poncho Rentería, Andrés Hoyos, Jotamario Valencia (exnadaísta que publica en El Tiempo), Néstor Humberto Martínez, la chapetona fascista Salud Hernández, en fin, toda la fauna de la derecha y seudo intelectuales orgánicos del sistema.
@DiegoOteroP