Carta a mi ex antes del domingo electoral

Hola, querida:

“… Es tan bonito este amor que ya nos dimos, que me permite aceptar con candor, incluso con ternura, su miedo y su abandono… no fue, sigue siendo lindo ahora y el ahora, debe usted también saberlo, es eterno y nos pertenece desde siempre.”

¿Recuerdas? fue una nota que te hice un día cualquiera de madrugada. Yo me levantaba sigilosamente antes del amanecer y de tu despertar, café oscuro sin azúcar, ruidos de pájaros, brisa fresca, aroma y paisaje de llanos orientales. Después de unos meses y a muchos kilómetros de distancia, más que un mensajito o una conversación telefónica, hoy quiero hablarte de un asunto importante para mí y te diré por qué. Sé que a veces te gusta leerme, sabes que a veces me gusta escribirte.

También sabemos que de esa temporada, lo mejor fue nuestro encuentro y nuestra historia: imprevista, espontánea, intensa, franca, breve, ciertamente atrevida, pues desafiamos las buenas costumbres y el control, tanto de las rígidas instituciones que nos llevaron allí como de las comunidades tan vigilantes a fuerza de costumbre, en aquellos territorios siempre tensos, donde se cruzan todos los actores armados de esta loca e interminable guerra que se siente en cada esquina, en las miradas desconfiadas, en los gestos de reserva o de temor, en la prudencia verbal, en la cautela y prevención con los forasteros como tú o como yo, así como en la necesidad de mostrar que uno no es amenaza para nadie, que está ahí solamente por un trabajo no alineado ni al servicio de tal o cual actor. En fin, Colombia 2021. Todo, incluidas nuestras diferencias, todavía me hace sonreír a solas, sí, fueron días bonitos.

No pudo ser más oportuno nuestro encuentro, muchas cosas por hacer y conocer: tú desde tu práctica administrativa en lo público, yo acostumbrado a ir y venir en lo humanitario; tú en tus 30, yo en mis 50; tú de provincia, con tu agraciado acento de costeña sabanera, como te dije (porque ajá), yo simple citadino con acento rolo; tú con tus arraigadas creencias religiosas, yo tan escéptico con la religión; tú preocupada por tu pelao de siete, allá en la parcela al cuidado de tus padres, yo con dos hijos adultos felizmente lejos andando sus querencias; tú con un montón de sueños, planes y esperanzas de futuro; yo con muchas anécdotas, frustraciones, rostros vistos, relatos escuchados y caminos recorridos. Nos juntó una mesa, un almuerzo rutinario, ese día nos gustamos y no disimulamos, supimos de nuestras soledades, exparejas, dificultades, preferencias y carencias. Poco después nos gustó despertar juntos y fuiste risa, conversación, música, paseo, bicicleta, río.

Es por todo lo anterior, porque hoy estamos cada uno en nuestra respectiva tierrita, en distinto contexto y a punto de elegir presidente y vicepresidente de Colombia, que me animo a compartirte lo que pienso respecto a este momento, que tú puedes ver normal y yo como una oportunidad y la posibilidad de cambiar algunas cosas.

Hace unas semanas me contaste que estuviste con tu hijo y unos amigos en la playa. Fueron varias horas de carretera, buses llenos de vecinos de tu pueblo y de veredas cercanas, paseo “todo incluido”, transporte, alimentación… ¡y no tuviste que pagar un solo peso! Te invitan a votar el próximo domingo por un candidato, te pagan 170 mil pesos, te dan almuerzo y refrigerio. Obviamente, eso no es gratis. Ese dinerito sirve pa’ mercar o comprar cualquier cosa para la familia, es comprensible. Y aunque antes hemos conversado sobre eso y sólo hasta ahora le paras bolas, como me dijiste, quiero explicarte resumidamente lo que significa esa costumbre en época de elecciones.

La plata que gastan en esas invitaciones viene de grupos delincuenciales, o sea bandas que consiguen sus recursos gracias a que cometen delitos. Son criminales organizados. Sus acciones van desde la usura (préstamos a pequeños empresarios o emprendedores para pagar con altísimos intereses, el famoso gota a gota), hasta el asesinato y el miedo a los campesinos (amenaza, terror y desplazamiento forzado para adueñarse de sus tierras), pasando por el narcotráfico (producción y comercialización de cocaína), la extorsión (la vacuna a comerciantes, transportadores, finqueros) el secuestro, la venta y la explotación sexual comercial de niñas y adolescentes, entre otros. Nada de lo que digo te es extraño, todo eso lo hemos visto en tu pueblo y en todo el territorio nacional. Qué pena decirlo crudamente, amor, pero de ahí salió la platica para el paseo a la playa o el almuerzo del próximo domingo.

Claro, debo decirte que también hay otros delincuentes, bien vestidos pero igual malandros, que roban los dineros que manejan las administraciones locales, territoriales y nacionales; lo que deberían gastarse construyendo buenas carreteras, colegios, hospitales, o preparando una comida rica, nutritiva y suficiente pa darle a los pelaos en la escuela. Así de sencilla es la cosa, ellos saben cómo hacer la trampa en los documentos y los trámites. ¿Has oído lo del “CVY, cómo voy yo ahí”? Es el serrucho, la mordida o la coima; esas son las bandas que asaltan el erario, los recursos que vienen de lo que cada mes te quitan del sueldo, de los impuestos que paga tu mami en el supermercado o tu papá en los insumos pal cultivo. A mayor escala están las mafias de la salud (EPSs), de los medios masivos (ahora parte de las redes sociales), la de las Fuerzas Armadas (Policía, Ejército, Armada, Fuerza aérea) de la infraestructura (Constructoras de vivienda, carreteras, obras civiles en general), de la banca (bancos y entidades financieras). Por donde lo mires, el Estado colombiano está diseñado  para robar.

Ese es el Régimen de la Corrupción que hoy gobierna a Colombia, y es lo que representa el candidato que quiere asegurar con tu voto que sigamos en las mismas. Digámoslo de otra manera: las decisiones de cómo vivimos, si estudiamos, si podemos ir al médico que necesitamos, si tenemos oportunidad de trabajar, cómo y cuánto nos pagan, si podemos ir de vacaciones, comer bien, una casa digna, agua potable, si seguimos en guerra, todo, todo lo decide la política y con ella la economía que mueve la producción, el mercado y el país.

Debo aclararte -respecto al modelo económico- que para este domingo tenemos dos propuestas básicas: Neoliberalismo (que padecemos hace unos treinta años) y Progresismo (que no es comunismo). Frente a este último el régimen ha metido miedo mediante mentiras y verdades a medias en los medios masivos, pero de eso hablamos otro día. También te digo que de ese neoliberalismo hay algunos candidatos disfrazados de verdes o ecologistas, de pastores religiosos, de alternativos y de otros politiqueros de todos los pelambres que posan de salvadores de lo que ellos mismos nos han impuesto hasta el día de hoy. Sobra decir que también son amiguis de los representantes de las mafias, es decir, la misma vaina. Ya notaste que todos los candidatos están contra el Pacto Histórico, ese es el punto, ahí quería llegar: te invito, te propongo, te pido que pienses muy bien que vas a marcar el domingo en el tarjetón para elegir Presidente.

Sabes que te hablo desde mi experiencia de trabajo, que llevo más de veinte años trabajando al borde de la guerra, que he podido conversar con víctimas, policías, guerrilleros, paramilitares; que he sabido del horror de mas de seis décadas de infamia y muerte por causa del conflicto armado. Conozco esta historia de primera mano y por eso hoy te sugiero, te aconsejo, te pido que tu voto sea para cambiar este estado de cosas, para que tu hijo y mi hijo puedan vivir de otra manera. Que puedan tener acceso a sus derechos y no ser simples clientes de negocios hechos con sus derechos. Es una oportunidad histórica, cambiemos esta vaina entre todos. Diles a tus amigas, a tus vecinos, el Pacto es un momento clave en la historia del país.

Quería hacer una carta breve, quizás me extendí, ya no escribo más. Hablamos luego, cuídate.

Un beso, espero verte pronto.

Miguel

@lugueldiaz

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