Por PACHO CENTENO
Ayer tembló a esos de las 8 de la noche, cuando todos parecíamos aceptar nuestro destino, justo cuando Fico y todo el uribismo con sus subsidiarias adherían a la campaña de Rodolfo Hernández para la segunda vuelta presidencial. No fue tan suave el temblor, alcanzó los 4.2 de la escala Richter y su epicentro fue en La Mesa de los Santos donde vivo, cerca de Piedecuesta, la cuna del excéntrico candidato. Tampoco logré interpretar el mensaje que nos estaba mandando la tierrita y si estaba relacionado o no con lo que acababa de empezar a ocurrir en Colombia. Hay gente que es capaz de interpretar esas cosas.
No sorprendió el triunfo de Rodolfo. Algunos encuestadores no oficiales lograron vaticinarlo, pero ya saben, en este país la gente prefiere creer las versiones oficiales antes que a los científicos de verdad.
Detrás de Rodolfo hay un estratega del marketing político que se llama Ángel Becassino, que llevó a los hermanos Iván y Samuel Moreno Rojas a ser alcaldes de Bucaramanga y Bogotá, respectivamente, y quien es el encargado de dictarle a Rodolfo todo lo que tiene que hacer y decir y lo que no. Contrario a lo que se ve y oye, Rodolfo es una persona aplicada que sabe hacer caso, especialmente en temas trascendentales, como su aspiración presidencial. En los temas menores, como golpear a un concejal, decirles gordos a los bomberos o perezosos a los guardias de tránsito, es bastante desatado. Rodolfo le hace caso a Becassino, porque sabe que lo llevará al solio de Bolívar ante la incredulidad de medio país, especialmente de los intelectuales y los que creen serlo.
La política es la actividad humana más ligada a la economía y a los negocios, por tanto es también un producto que se compra y se vende. Literalmente. No me refiero al menudeo en los barrios pobres donde se compra el voto, más no la conciencia. El voto es un artículo transable, la conciencia no. La ley “castiga” la compra y venta del voto, no la de la conciencia. Por eso muchos políticos aspiran hasta el final a que la gente sea consciente y vote por ellos, pero eso casi nunca ocurre. En la práctica la política se materializa a través del sufragio, por lo tanto es un objeto transable que termina siendo promovido desde el marketing y es ahí donde aparecen los “becassinos”, expertos en vender tangibles e intangibles que la gente cree necesitar: automóviles, apartamentos, viajes, libros, películas, celulares, televisores, moda, licores, etc.; casi todos bienes extinguibles en la vida de las personas. Igual que los políticos, desde Bolívar hasta Duque: la gente los ha comprado en su momento a través del voto y con el tiempo los ha desechado por obsoletos, lo que nos llevaría a una primera conclusión: la política es obsoleta y genera residuos que terminan en el depósito de basura que nadie quiere abrir, y que algunos llaman «historia».
La misma suerte correrá Petro y Rodolfo, cualquiera que gane. Creo que ganará Rodolfo por más que muchos quieran que gane Petro. La razón, Rodolfo está siendo promovido por un inteligente estratega de marketing político que le hace repetir un millón de veces que acabará “la robadera”, mientras que Petro está siendo promovido por un grupo de “intelectuales” que quiere salvar al país a través de una dialéctica poética (palabras contradictorias) llamada “vivir sabroso”. Muchos pobres que en medio de su pobreza viven sabroso, no entienden eso.
Hoy día no compramos algo por bueno o duradero, lo compramos porque nos gusta; de ahí que todas las redes sociales y vitrinas de transacciones digitales tengan esa palabrita por todos lados: “Me gusta”, y en seguida otra palabra: “Comprar” o “Suscribirse”. “¿Ya se suscribió?”, repite Daniel Samper Ospina con agresiva vehemencia al inicio de sus videos en Youtube, quien en las últimas semanas se dedicó a promover al candidato Rodolfo con desbordada y manifiesta emoción.
Precisamente, hoy las personas compran cosas motivadas por la emoción antes que por la razón. La política es emocional para quien la compra y eminentemente racional para el que la vende, porque detrás de las vitrinas de la política están sus dueños y los beneficiarios de todos los negocios que de ella se derivan.
La palabra “cambio”, según el diccionario de la RAE, también significa “negocio”, así que bienvenidos al cambio, cualquiera que este sea.
@pacho_centeno