Por GONZALO ARCILA RAMÍREZ
En Colombia un candidato a una alcaldía, a una gobernación y con mayor razón a la presidencia, debe presentar un programa de gobierno. Si no se cumple el programa, los electores tienen derecho a revocar a quien resulte elegido. El ingeniero Rodolfo Hernández no cumple con esas exigencias. Según el señor Ángel Becassino, experto en mercadeo, el ingeniero es un producto perfecto para manipular votantes. En entrevista al periódico El Tiempo (junio 6 de 2.002) explica que Rodolfo Hernández cuando habla y dice sus barbaridades, “provoca una conexión profunda con la gente y se instala en la vida como una emoción.”
Más adelante, Becassino confiesa que el ingeniero dice barbaridades inaceptables y él se ve obligado a llamarlo al orden. Y entonces lo reprende: “eso que dijiste es una barbaridad.” El ingeniero dizque le responde así: “¿por qué, Ángel?”. Becassino lo instruye: “Rodolfo, por tal cosa y tal otra.” “Y Rodolfo contesta: bueno, OK. No lo estaba comprendiendo. Ahora lo comprendí.” Eso mismo le explicó Becassino a Yamid Amat cuando este le preguntó por lo de “la Santísima Virgen María y todas las putas del mismo barrio que viven con ella”.
Estamos, pues, frente a alguien (“El Ingeniero”) que funciona como un avatar a las órdenes de su experto en mercadeo y manipulación de emociones para vender un producto: el señor Ángel Becassino.
En este momento del debate electoral, sábado 11 de junio, el Ingeniero declaró que no volvía a presentarse en público porque estaba amenazado de muerte y tenía miedo. Ante ese vacío de presencia, el señor Beccassino se ha convertido en vocero oficial de la campaña. Concede entrevistas a periodistas como Yamid Amat o María Jimena Duzán, y da declaraciones en periódicos como El Tiempo y El Espectador. La responsabilidad del candidato de defender su programa y controvertirlo frente a su oponente se está infringiendo. El Consejo Nacional Electoral (CNE) y otras autoridades deben intervenir para remediar esta situación absolutamente anómala.
Una desastrosa experiencia política como esta no puede volverse a repetir. Un candidato no puede funcionar como una entidad virtual (un avatar) y un consejero en asuntos de mercadeo y manipulación de emociones no puede sustituir al candidato en sus responsabilidades políticas.