Esta entrevista con Roy Barreras fue realizada el 9 de octubre de 2012, a mitad del primer gobierno de Juan Manuel Santos, él en su condición de presidente del Senado en nombre del Partido de La U, yo como director de Ola Política, portal de opinión que creó el dirigente liberal Horacio Serpa luego de haber sido gobernador de Santander. Sirve para ubicar a Barreras en su perfil como político y para conocer la temperatura política de esos días.
Por JORGE GÓMEZ PINILLA
“Cuando se va a entrevistar por primera vez a Roy Barreras hay cierta prevención del periodista, por cuenta de lo que en medios independientes se ha dicho sobre su criticado ‘brinco’ del uribismo al santismo, en ambos casos en calidad de mosquetero de sus dos últimos jefes políticos en los tres últimos años, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos.
La prevención se transforma en intriga desde el saludo, frente a una mirada de mármol y un hablar recio, de timbre que infunde respeto pero a la vez temor. Y basta con que el Presidente del Congreso comience a hablar para descubrir que se está ante un personaje a quien quizá se le esté subestimando en razón de sus malquerientes políticos, y que el retrato de Simón Bolívar que presidió la entrevista en el salón protocolario del Senado no es gratuito, pues hay una palabra que se impone ante el entrevistado: respeto, precisamente. Respeto intelectual, que habla de una persona con una facilidad de palabra y una lucidez política sobresalientes, que le permiten ‘defenderse’ de las preguntas provocadoras que le hace el periodista:
JGP: ¿Qué interpretación le da a que el vicepresidente Angelino Garzón diga que él no pertenece a ningún partido, siendo que fue elegido por el Partido de la U en fórmula con Juan Manuel Santos, del mismo partido al que usted pertenece?
RB: Es una incoherencia que riñe con la realidad política y electoral. Nosotros lo avalamos, nosotros lo elegimos, y nosotros no lo volveremos a avalar.
OP: ¿Eso quiere decir que nunca más será candidato de la U?
Nunca, porque él ha demostrado con sus ejecutorias que tiene una negación por este partido. Repetidamente ha dicho que no se siente identificado con el Partido de la U. Nosotros entendemos esa decisión de él y la respetamos.
¿Cuando Angelino dice que no pertenece a ningún partido, es que está en campaña?
Angelino ha estado en campaña siempre.
¿Y cómo ve que hace unos meses Angelino se desmarcaba políticamente de Juan Manuel Santos, y hoy volvió al redil presidencial?
Él juega de acuerdo con las circunstancias. Pero me parece que el país tiene temas mucho más importantes que las veleidades del vicepresidente. Nadie sabe hasta dónde sus opiniones son producto de la reflexión o producto de una lesión neurológica.
¿Usted quiere debilitar a Angelino como vice, o como dirigente del Valle? Porque esa coincidencia valluna entre usted y él podría prestarse para interpretaciones.
Yo no ejerzo ningún poder electoral en el Valle del Cauca, como algunos suponen. Para su información, yo saqué 85.000 votos y 50.000 los obtuve por fuera del Valle, en una votación de opinión. Jamás he competido con Angelino Garzón, ni eso ocupa mi tiempo. De ninguna manera.
En su primera entrevista como presidente del Congreso, usted dijo que «Uribe se ha retirado del Partido de La U». ¿No sería más bien usted el que se le retiró a Uribe? Al respecto la gente habla de su ‘camaleonismo’ político.
¿Y por qué no hablan del camaleonismo de Enrique Peñalosa, o el de Uribe, o el de Pastrana, o el de Santos, o el de Vargas Lleras? ¿Cuál de los dirigentes nacionales no ha militado en varios? Germán Vargas Lleras era samperista, se volvió uribista. Después abandonó a Uribe para hacer su propia candidatura, y ahora es santista. Eso es apenas natural en el ejercicio de la política. Lo hizo Churchill cuando las circunstancias políticas lo ameritaron. El propio presidente Santos fue liberal y luego fundó el Partido de la U. Ahora, lo que a usted le debe quedar claro es que La U es el partido de gobierno, y la obligación del partido de gobierno es garantizar que el gobierno tenga éxito. Igual defendimos el gobierno del presidente Uribe, queríamos que tuviera éxito en materia de seguridad.
¿Cómo están sus relaciones con el expresidente Uribe?
Es como cuando los padres se divorcian y hay uno que se va de la casa. Uno le sigue teniendo afecto y respeto al padre que se va, aunque se vaya a fundar otra casa, que fue el Centro Democrático, como lo anunció en El Nogal. Pero le seguimos teniendo respeto y aprecio.
Usted como médico es partidario de la despenalización del aborto, pero como político apoya la reelección del Procurador, quien se opone al aborto. ¿No hay ahí una contradicción de fondo?
No hay absolutamente ninguna incoherencia. En el momento del debate de la penalización del aborto, yo mismo hundí la intención de meter a la cárcel a las mujeres que se ven obligadas a interrumpir el embarazo. Supongo que quienes eligieron al procurador (yo no lo elegí, porque no era senador) lo hicieron para que disciplinara, y no para estar de acuerdo con él en sus posiciones ideológicas. De suerte que perfectamente pueden tenerse diferencias ideológicas con los funcionarios en los distintos cargos, pero lo que hay que decirles es que cumplan con su deber. El Congreso evaluará si el procurador ha cumplido o no con su deber.
¿No cree que la elección de magistrados y del Procurador por parte del Congreso politiza la justicia?
Claro, pero en el mejor sentido. Es que en las democracias los partidos que ganan deben gobernar, y eso no debería resultar extraño. Y los partidos que pierden deben hacer oposición y volverse opción de poder. Pero en el caso particular de las nominaciones que definieron los constituyentes del 91–incluyendo al doctor Horacio Serpa, su jefe-, lo hicieron con el sano criterio de que la Corte Constitucional tuviera el más amplio origen popular.
¿Es cierto que usted piensa retirarse de la vida política electoral para ayudarle a su hijo y dedicarse a la literatura?
Ya escribí mi primera novela, que publicó Editorial Planeta. Yo escribo porque estudié literatura. Estoy preparando mi segunda novela, un ensayo y un libro de poemas. Mi segunda novela se llama El hombre de papel y trata sobre el sofisma del poder, cómo los hombres de poder son de papel en la medida en que son hombres mediáticos, tienen una fachada de papel y una vida oculta. Y hacen fácil combustión, como el papel.
Qué piensa de la inestabilidad política del Valle con tanta gente metida en la cárcel: Dilian Francisca, Juan Carlos Martínez Sinisterra, Juan Carlos Abadía…
El Valle del Cauca como muchas regiones del país fue víctima de una enfermedad terrible, el narcotráfico, que destruyó el tejido social e infiltró toda la sociedad: el sector privado, el sector político, el fútbol, las iglesias incluso. Colombia está saliendo de esa enfermedad terrible, sacudiéndose de la maldición del narcotráfico, aunque la solución final para este problema no es nacional sino global. Por eso celebro que el presidente Santos y el expresidente Gaviria, los expresidentes Zedillo y Cardoso empiecen a impulsar un debate sobre la legalización mundial de las drogas. Un tema en el que estoy hace veinte años, porque mi tesis de grado en la maestría en Sociología fue precisamente sobre legalización de las drogas. De manera que creo que la solución para salir de ese tema es la legalización de las drogas en el mundo. Mientras tanto, no queda otra cosa que combatir el narcotráfico.
Del partido de la U se dice que es una suma de cacicazgos sin coherencia ideológica. ¿Qué opina de esa apreciación?
Es natural que el partido mayoritario sufra toda clase de críticas. Pero le voy a decir que hay una línea recta coherente en este partido, que avanza de la seguridad hacia la paz, y de la paz hacia la equidad para derrotar el único enemigo que vale la pena derrotar, que es la pobreza. Ese propósito y el de la unidad nacional (pues nuestro partido se llama así, de Unidad Nacional) es el que ha permitido aclimatar con el apoyo de todos los partidos una fuerza que permita sacar adelante una muy ambiciosa reforma legislativa, que este congreso les entregó a los colombianos: la ley de Víctimas, el marco para la paz, la reforma a las regalías, la ley de vivienda, la ley de Familias en Acción, la sostenibilidad fiscal, en fin.
En Colombia no hay político que no aspire a ser presidente. ¿A usted le pasa lo mismo?
No. Yo aspiro a trabajar en los temas de la paz y de la despenalización de las drogas. Aspiro además a dedicarme a la literatura, y a que mi partido siga gobernando. A diferencia de lo que usted decía, que es una suma de cacicazgos, lo que hay es una serie de liderazgos muy comprometidos. Nosotros sacamos adelante la ley de víctimas, sin el partido de la U no habría salido adelante. Hoy el senador Jorge Ballesteros lidera la reforma a la salud, Carlos Ferro lidera la reforma a la educación superior, Armando Benedetti lidera temas tan profundos como el respeto a los derechos de las parejas LGTB, o el tema de la eutanasia, o el del aborto, o el de los derechos de las mujeres. Una agenda totalmente involucrada con la equidad.
¿Qué opina de un referendo o una constituyente después de la firma del tratado de paz?
Una constituyente me parece una Caja de Pandora innecesaria. Las instituciones están marchando y no se trata de barajar de nuevo todo lo bueno que hay. Hay que hacer ajustes, que seguramente serán constitucionales y previstos en el marco para la paz. Las leyes estatutarias desarrollarán de la mejor manera las conclusiones de esa Mesa de Paz, que ojalá tenga éxito. Esta debe garantizar la seguridad jurídica de los desmovilizados y su real reintegración social y política, porque no puede usted decirles a los combatientes después de 50 años de conflicto que cambien las balas por la palabra sin darles la palabra.
¿Uribe estaba equivocado en tratar de alcanzar la paz por la vía militar?
Yo me quedo con la frase de Álvaro Uribe Vélez en el 2002 en su programa de 100 puntos: “Quiero que los grupos armados ilegales se desmovilicen para que hagan política sin armas y sin que los asesinen”. Eso es exactamente lo que estamos haciendo. En ese contexto, todavía soy el mejor de los uribistas.