Por LUIS EDUARDO CELIS
Hemos vivido una semana de no olvidar. El presidente electo Gustavo Petro invita a una reunión al expresidente Álvaro Uribe, este acepta, hablan media hora. Dos colombianos situados en las antípodas que durante casi una hora dialogan cara a cara y de manera distendida, envían un mensaje contundente: “hablando se entiende la gente”.
Dos colombianos en las antípodas de la política: mientras el presidente electo Gustavo Petro ha consagrado su vida a luchar por transformar este excluyente e injusto orden social, el expresidente Uribe ha consagrado su vida a la defensa y promoción de una Colombia donde se concentra la tierra, y el Estado trabaja para los ricos, y parte de los políticos que soportan dicho régimen de exclusiones y democracia precaria se juntan con mafias e ilegales para mantener y promover su poder local, regional y nacional.
Petro ha convocado a un diálogo plural y diverso, a construir unidad nacional, a promover políticas de inclusión y equidad, a hacer un gobierno que haga realidad derechos básicos como la educación y la salud para todos, no solo para quienes los puedan comprar. El gobierno del presidente Petro va a trabajar por democratizar la tierra, que hoy está hiperconcentrada en muy pocas manos. Cuando el presidente López Pumarejo planteó como doctrina de su “Revolución en marcha” que la propiedad debía tener una función social y que el gobierno debía promover el acceso a tierras para quienes no la tenían, han pasado ochenta años. Y nada de eso se ha hecho. Los pocos presidentes que lo han intentado, entre ellos Carlos Lleras Restrepo, han fracasado en su propósito de democratizar la tierra.
Luego de su reunión con el presidente elegido, Álvaro Uribe envío mensajes importantes. El Centro Democrático es una fuerza disminuida, pero activa en la política colombiana, apoyará lo que considere que ayuda a la sociedad y se opondrá a lo que considere nocivo, según sus intereses. Ya anunció los temas que le preocupan: tierras, impuestos y Fuerzas Armadas. Sobre estos tres temas fundamentales van a valorar con lupa las políticas del gobierno de Petro. Allí veremos qué tanto ánimo y disposición tienen para las transformaciones que se requieren: hay que repartir tierras a quienes no las tienen o tienen muy poca, son dos millones de familias campesinas sin tierra y otros dos millones con poca tierra. Y esa tierra la tienen en abundancia menos de cien mil familias que casi en su totalidad votan al Centro Democrático, y miles de ellas han concentrado tierras aliándose o siendo parte de mafias y paramilitares.
Sobre impuestos, el tema es sencillo: hay entre cuatro mil y diez mil personas, según los estudios que se consulten, que reciben enormes cifras por dividendos de las empresas en que participan y no pagan un peso de impuestos sobre esos dividendos. Es lo que Cecilia López ha denominado un modelo económico pro-rico. Aunque han sido varios los intentos por establecer impuestos a los dividendos personales, como se hace en parte del mundo que tiene una tributación democrática, aquí no ha sido posible. Y el presidente Petro gana con el mandato de establecer esa elemental norma, que veremos en la próxima Ley Tributaria que se discutirá en el Congreso de la Republica. Ya veremos si la bancada del Centro Democrático la apoya.
Las Fuerzas Armadas no funcionan bien, la evidencia la tenemos frente a nuestros ojos: han participado de manera irregular o abiertamente ilegal en largas violencias, están ligados a mafias y negocios ilegales y para rematar siguen pensando que los comunistas son enemigos. Pues bien, ahora hay un gobierno nacional del que participa el Partido Comunista -sobrevivientes de miles de agresiones y persecución. Ese sentimiento anticomunista se vive en parte del Ejército Nacional y la Policía, en menor medida en la Fuerza Aérea y la Armada. Pero existe, hay muchas irregularidades en estas instituciones y deben asumir que lo que no funciona bien se debe cambiar. Es una tarea pendiente y este gobierno promoverá esa acción, y allí veremos las valoraciones del Centro Democrático.
El dialogo entre Petro y Uribe es entre personas muy diferentes y envían un gran mensaje a una sociedad: que se requiere de muchos diálogos y concertaciones, difíciles y necesarias.
Esta semana la Comisión de la Verdad entregó su informe, trae muchos temas que sabíamos, pero ahora son dichos por una institución que tiene una majestad y un simbolismo enorme: escuchó a miles de victimas y sobrevivientes, a cientos de quienes ejercieron violencia, llámense guerrilleros, paramilitares o integrantes de la Fuerza Pública, a personas de los gremios económicos, de la política, de las iglesias, a la academia, a las organizaciones sociales. Desde esta escucha atenta, y de esta construcción de un referente de verdad hecha con evidencia y rigor, contamos ahora con este informe, que nos dice lo que hemos vivido y también nos propone un importante conjunto de recomendaciones, para tener una sociedad que ame y respete la vida y no la atropelle y la aniquile.
Este enorme informe, por su sentido y significado, por el dolor que ha implicado para quienes se sumergieron en esta triste realidad (porque son miles de páginas a leer, estudiar y reflexionar), es un informe para que sea apropiado por la diversidad social colombiana y sus recomendaciones implementadas. Y el presidente Petro se comprometió con su apropiación e implementación.
El presidente Iván Duque se va a Portugal a un evento técnico sobre temas marítimos. Buena metáfora, los mares con nada se quedan, y así ha sido con la verdad: tarde o temprano se han ido conociendo las barbaries vividas, que no son cosa del pasado. En 200 municipios hoy persisten actores armados que ejercen control sobre el territorio y la población y en ese proceso, son muchas las barbaries que se viven día a día.
@luchoceliscnai
* Imagen de portada, tomada de KienyKe