Por GERMÁN AYALA OSORIO
Por estos días la prensa todavía afecta al régimen uribista que derrotó Gustavo Petro hace ingentes esfuerzos para hacer una evaluación crítica de los primeros 30 días del actual gobierno. De manera desesperada, exigen la solución de problemas heredados de la administración anterior. Más allá de esa macabra intención, es innegable que hay un estilo diferente. Eso sí, lleno de expectativas que, de no cumplirse, podrían llevar a un sentimiento general de desazón que no le conviene a la izquierda, de cara a darle continuidad al proyecto político, social y económico que echaron a andar el 7 de agosto pasado.
Independientemente de cómo termine el gobierno Petro, su estilo de gobernar será definitivo en las elecciones de 2026. Sus electores y los nuevos simpatizantes buscarán el candidato o candidata que más se le parezca no solo en carisma y actitud, sino en las acciones que como jefe de Estado emprendió para reversar las condiciones de vulnerabilidad y abandono de millones de colombianos, por cuenta de un Estado que solo ha operado para beneficiar a una reducida élite corrupta y mafiosa, interesada en privatizarlo.
Más allá de un estilo en particular, Petro está gobernando con un amplio sentido de lo público, asociado a una idea de Estado que no se equipara con el estilo de presidentes como Julio César Turbay Ayala y Álvaro Uribe Vélez, quienes asumieron una visión militarista del Estado. Afincados ambos en la doctrina del enemigo interno, criminalizaron la protesta social, debilitaron los movimientos sociales y proscribieron la exposición del rostro civil del Estado. Las consecuencias fueron notorias: violación sistemática de los derechos humanos y la consolidación de la relación amigo-enemigo, idea esta que permeó a la sociedad y se expresó en la votación al plebiscito e incluso, en el pasado escenario electoral.
Otra diferencia que ya está dejando Gustavo Petro es su comprensión sistémica de los problemas. Contrario a la incapacidad de Iván Duque Márquez, un inexperto que se encontró con la Presidencia de la República. Duque jamás comprendió qué es eso de fungir como jefe de Estado. Y no pudo hacerlo por su carácter obsecuente y su estolidez para leer las necesidades del país, a lo que sumó su enorme arrogancia.
Con Petro en la presidencia, emerge un factor de relativa importancia en anteriores contiendas electorales: la inteligencia. Y no hablo de aquella usada para hacer componendas y transacciones lesivas al carácter público con el que se debe hacer operar al Estado, sino de aquella que asegura la comprensión sistémica de los problemas o de los temas propios de gobernar un país tan complejo como Colombia. De Turbay Ayala se dice que fue un político sagaz. Virtud ésta muy común en aquellos políticos acostumbrados a transar, pero incapaces de construir una matriz explicativa de los problemas y de las necesidades de la población. En la misma dirección se le reconoce a Uribe un enorme liderazgo para consentir y tolerar prácticas, incluidas las corruptas, siempre y cuando estas no fueran en contravía o pusieran en riesgo el proyecto que agenció entre 2002-2010, por supuesto lesivo a los intereses de las grandes mayorías y en beneficio de la cofradía que nació alrededor del apellido Uribe.
Si los colombianos que votaron por Petro y sus nuevos simpatizantes aprenden a valorar la importancia de contar como jefe de Estado con una persona leída, inteligente y con una idea clara de lo que debe ser un Estado social de derecho, le va a quedar muy difícil al uribismo poner de nuevo a un bufón como Iván Duque Márquez en la Casa de Nariño. El “viejo” Régimen, en el 2026, se vendrá con todas sus fuerzas a recuperar el Estado. Y estará obligado a proponer candidatos verdaderamente inteligentes y muy carismáticos. No podrá la derecha insistir con monigotes como Rodolfo Hernández, Federico Gutiérrez o Sergio Fajardo.
El mismo reto lo tendrá la izquierda. Por ello, desde ya deberían en el Pacto Histórico estar trabajando en la formación de ese líder, inteligente y comprometido con el sentido colectivo del Estado, para enfrentar en el 2026, a los candidatos de la derecha.
@germanayalaosor