Por HUMBERTO TOBÓN*
Es impresionante cómo la inflación se salió de madre. Es un fenómeno mundial que parece no tener techo aun en la mayoría de los países y que afecta especialmente a los más pobres. En Colombia los expertos habían asegurado que en agosto el indicador empezaría a bajar y no sucedió.
La inflación en agosto fue de 1,02% y la variación anual llegó al 10,84%, de acuerdo con el DANE y dadas las condiciones de la economía mundial, las expectativas de que la situación mejore son poco halagüeñas en lo que resta del año.
Las soluciones basadas en el manual macroeconómico no han servido. Por eso, han fracasado aquí y en casi todas las naciones las decisiones basadas únicamente en el aumento de la tasa de interés de referencia de los bancos centrales. Frente a esto, los gobiernos deben adoptar medidas radicales e impopulares, pero necesarias y urgentes.
Una de esas medidas es la intervención por parte del gobierno de la Comisión de Regulación de Energía y Gas, concebida por el expresidente Iván Duque, para regular el mercado de la energía y evitar la especulación de los actores del mercado. El país necesita que las tarifas se ubiquen en un rango que no afecte sustancialmente a las familias. Hoy los comisionados de la CREG actúan en contravía de lo que hacen, por ejemplo, los países europeos, que han tomado posesión del mercado de la energía.
Intervenir el precio de las tarifas ayudará a disminuir la inflación, dado que el ítem de los servicios públicos básicos fue el que más aumento después de los alimentos. También se debería revisar la posibilidad de mirar la tarifa de agua potable.
El gobierno además puede establecer los precios de los fertilizantes, utilizando la importación estatal y la venta subsidiada a los productores del campo. Esto ayudará a disminuir los costos de producción de los alimentos, que han sido los que más han contribuido al desbordamiento de la inflación.
Así mismo, existe la posibilidad que el gobierno intervenga los precios de todos los alimentos, que, a propósito, tuvieron un aumento anual, al mes de agosto, del 25,2%, la cifra más alta en los últimos 22 años. Y esto se logra si las autoridades importan directamente la comida que no produce suficientemente el país, pero que se requiere, y se eliminan los aranceles temporalmente, cobijando con ello, también, al sector privado. Así como comprar directamente la producción alimentaria a los campesinos nacionales, eliminando intermediarios.
Y como en una economía de crisis las acciones tienen que ser radicales, otra determinación debería ser congelar el valor de todos los arrendamientos por seis meses, en el entendido que este es otro sector que golpea fuerte la fórmula de inflación.
Finalmente, el gobierno tiene el reto de definir cuál será el aumento del salario mínimo para 2023, sabiendo que los trabajadores perdieron desde el mes de julio el incremento que se aprobó para 2022 y que su capacidad de compra va en franco retroceso.
@humbertotobon
*Estos conceptos no comprometen a la RAP Eje Cafetero, de la que soy Subgerente de Planeación Regional