Por GERMÁN AYALA OSORIO
En su primera alocución por televisión el presidente Gustavo Petro presentó los Diálogos Regionales Vinculantes (DRV) como estrategia para concebir un plan nacional de desarrollo de carácter popular, y entregó elementos que dan vida al concepto de Paz Total, categoría que quizás se aleje del sentido de otras como Paz Incompleta o Paz Negativa.
Petro pone por encima de la operación de grupos armados ilegales, la existencia de unas circunstancias históricas que en el pasado legitimaron el levantamiento armado de las guerrillas. Es decir, reconoce que existen aún, como en su momento lo hiciere Belisario Betancur, unas condiciones o factores objetivos que para la época legitimaron el levantamiento armado. Sin embargo, el reconocimiento tácito que hace no va en la misma dirección que en su momento le sirvió a Betancur para dialogar con la entonces guerrilla de las Farc.
En su intervención televisada Petro no aludió a los acercamientos con el ELN o con estructuras narco paramilitares como el Clan del Golfo y otras bandas criminales de menor alcance. Prefirió hablar de la necesidad de que el Estado cope el territorio y se legitime ante la población civil. De igual manera, habló de Justicia Social, Ambiental y Económica, conceptos que alimentan la categoría de Paz Total.
Al poner por encima de los problemas de orden público y la presencia de un número importante de bandas criminales la consecución obligatoria de esas perspectivas de la Justicia, les quita visibilidad a los actores armados y erosiona la legitimidad forzada con la que han logrado dominar a la población en varios departamentos, o en los 50 territorios en los que se desarrollarán los Diálogos Regionales Vinculantes (DRV).
Por ese camino Petro refunda el sentido político de la paz, donde sobresalen asuntos como cesión de poder, ajustes a los modelos político y económico, y la desmilitarización del Estado: elementos propios de las agendas de diálogo y negociación planteadas por diversos gobiernos y las sempiternas guerrillas. El cambio no solo es de forma, sino de fondo.
La Paz de Petro está centrada en un ejercicio de legitimación estatal sobre la base no solo de un control territorial, sino de un ordenamiento del territorio bajo principios de sostenibilidad sistémica (SS), ancorados a las exigencias y desafíos del Cambio Climático y a los propios de las “justicias” a las que hizo referencia: la ambiental, social y económica.
A partir de esa lectura del país y de la propuesta de Paz Total, el presidente Petro avanza en la “desheorización” de los actores armados con carácter histórico y político, al tiempo que les entrega toda la responsabilidad a los ciudadanos de construir el Estado desde abajo, a través de hacer visibles sus necesidades, para que hagan parte del Plan Nacional de Desarrollo. Petro intenta romper con la tradición político-militar asociada a la idea planteada por Emilio Yunis: “Colombia es un país de redentores”.
Así, la Paz Total que nos propone está afincada en elementos de Paz Positiva y se aleja de los propios de la Paz Negativa. Su apuesta sin duda pone en crisis las viejas concepciones de paz, fruto de negociaciones políticas con actores armados que solo se han preocupado por alcanzar curules de paz y beneficios jurídicos propios de la justicia restaurativa. La discusión de la nueva categoría apenas empieza.
@germanayalaosor