Por OLGA GAYÓN/Bruselas
Hoy todo mi mundo americano tiene el corazón albiceleste. Y ese mundo mestizo que vive en Europa, Asia, África y Oceanía, también contendrá la respiración ante este partido de Argentina contra Croacia, para vitorear al único jugador de fútbol que en toda la historia de este deporte le ha metido arte, técnica, corazón y, sobre todo, inteligencia a la competición.
Messi es tal vez el mejor jugador que el fútbol ha tenido en toda su historia. Pero para mí el debate no radica en sí es el mejor por encima de otros. Indiscutiblemente, ha habido muchos que en su momento han hecho maravillas con las piernas y el balón. Pero ninguno como él para organizar el juego de todo un equipo, dar las más numerosas y brillantes asistencias, y además, meter unos goles que rayan en lo sublime.
Leo Messi tiene 35 años. Es verdad que su juego ya no es tan dinámico y hermoso como el que nos regaló durante muchos años cuando danzaba en mi Barça del alma. Fueron cientos de veces en las que mi corazón quiso salirse del pecho para entrar en la pantalla del televisor y llenar de besos a este genio del fútbol; tuve la fortuna de verlo jugar en vivo en el Camp Nou, en Madrid y en el estadio de Cracovia. Pero Messi continúa siendo un jugador polivalente y genial. Verlo en este mundial es un gran regalo de los dioses.
Lleva sobre su espalda a toda la selección, a toda una nación, a todo un continente y a todo un mundo… A los que de verdad saben de fútbol. ¡Ojalá hoy Argentina gane, para que pueda llegar a la final! En este momento no hay jugador en el mundo que se merezca más que Messi, levantar el ansiado trofeo del mundial. Pero si su sueño se trunca, que el planeta no olvide que este mundial ha sido la última oportunidad de disfrutar de las genialidades del jugador más completo y extraordinario de la historia que, además ha elevado el fútbol a la categoría de arte.
Miles de millones en el mundo hoy queremos que los dioses se unan para que esta noche sea lo que el gran Messi quiera. ¡Y quiere ganar! Que así sea.