por OLGA GAYÓN/Bruselas
Hay bellezas que solo se ven cuando llega la oscuridad, ya que se ocultan de la luz del sol para poder sobrevivir. Son el reflejo de la modestia; solo quieren permanecer visibles ante los ojos de la luna y de los habitantes de la noche, así que no necesitan de que millones y millones halaguen su hermosura. Les basta resplandecer ante la mirada rendida de las pocas almas nocturnas que se acercan para ser iluminadas por la exquisitez de su austera y exuberante belleza. Ellas resplandecen cuando todas las demás bonitas duermen.
Son los nenúfares del delta del río Mekong de la provincia de Long An en Vietnam, que se llena de magníficos lirios de agua desde principios de septiembre hasta mediados de noviembre, durante las temporadas de lluvia. Las campesinas de la zona pasan bastantes horas en el agua para realizar la recolección de estas flores nocturnas. Ellas se levantan de madrugada y van esparciendo sobre el agua estos lirios de tallo largo para luego ponerlos sobre barcas de madera con el fin de ser distribuidos en los mercados y restaurantes locales. Y no todos los compradores los usan para la ornamentación gracias a que parte de la flor y de su tallo son comestibles.
El fotógrafo vietnamita Pham Huy Trung, que habita en la ciudad de Ho Chi Minh, a unos 100 kilómetros del lugar donde crecen estos lirios, con drones y cámaras profesionales ha tomado cientos de fotografías de la actividad de recolección de las mujeres. La oscuridad de la noche que hace ver el agua de un negro profundo, las formas que realizan las recolectoras con los lirios, y las mujeres que están metidas en el agua haciendo su trabajo y que lucen las vestimentas propias de la región, hacen de estas fotografías unas verdaderas obras de arte.
Estos lirios-nenúfares son llamados flores fantasmas por su característica de florecer únicamente en la oscuridad. Y las fotografías de Huy Trang, que han sabido captar lo sublime de esta compenetración entre naturaleza, humanos y tinieblas, son descritas como una verdadera danza entre las mujeres, el agua, los lirios y la noche. Un arte que nace directamente del barro en el delta del río y que no necesita ser plantado porque se da silvestre. Así, al natural, nace esta fusión que constituye un sinigual monumento a la hermosura que solo se deja ver cuando el sol se ha marchado y aparecen las estrellas y la luna en el firmamento.