Por JORGE GÓMEZ PINILLA
Entre Álvaro Gómez Hurtado y Rodolfo Hernández no existe ninguna coincidencia, es cierto. La coincidencia se da en dos golpes de mala suerte ligados a una jugarreta del azar, que aquí explico.
Como ustedes saben, soy el autor de Los secretos del asesinato de Álvaro Gómez Hurtado. Tres días antes de su lanzamiento, que iba a ser con bombos y platillos el lunes 16 de marzo de 2020 en la Librería Lerner del norte, fui entrevistado en la W Radio por Julio Sánchez Cristo, quien me presentó como “el historiador de uno de los crímenes que en la historia de Colombia siguen sin respuesta” y dijo de mi libro que “con toda seguridad me lo voy a devorar”. Escuchen.
Hablo de mala suerte porque justo para ese lunes 16 el gobierno de Iván Duque decretó el comienzo de la cuarentena, que hizo que todos los colombianos nos viéramos sometidos a prisión domiciliaria por cuenta del Covid. De modo que se frustró el lanzamiento, ahí y en la Feria del Libro que estaba programada para abril, porque también fue cancelada.
Sea como fuere, tuvo tanta acogida el libro que la primera edición se vendió completa por Internet, todo por pago virtual y envío del ejemplar a domicilio. Y estábamos preparando muy contentos una segunda edición para diciembre, cuando las Farc soltaron un bombazo con un estruendo mayor al de cualquiera de sus anteriores atentados con dinamita, anunciando que habían sido los autores del magnicidio de Álvaro Gómez Hurtado.
Eso fue el sábado 3 de octubre de 2020. En emisión de esa misma noche Noticias Uno dijo que “el país quedó estupefacto”, después de que apareció muy orondo en cámaras el desmovilizado Julián Gallo, alias ‘Antonio Lozada’, a decir que él había sido el ordenador intelectual del crimen. Y a partir de ese día, perdonen la vulgaridad pero así fue, mi libro perdió toda credibilidad ante la opinión pública.
Motivo por el cual, pregunto: ¿Significa esa autoinculpación que mi libro contiene una sarta de mentiras y que las Farc dicen la verdad frente a ese crimen? Esta es la pregunta del millón, y mi respuesta es no señores, resulta hasta fácil probar que las Farc mienten. En primer lugar, hasta ahora no han mostrado una sola prueba material, gráfica o documental que sustente tan sospechoso reconocimiento. Y en segundo lugar, un documentado informe de Ricardo Calderón para Noticias Caracol vino en mi auxilio cuando mostró un correo del 8 de diciembre de 1995, donde el entonces máximo comandante de las Farc, Manuel Marulanda alias ‘Tirofijo’, le preguntaba al ‘Mono Jojoy’ si las Farc tuvieron algo que ver con lo de Álvaro Gómez, y este le responde: “Alfonso (Cano) me dice que (…) llamamos a Carlos Antonio (Lozada) y dijo que no y que además no tienen contacto con el partido”. (Ver informe).
¿Esto qué quiere decir? Que mientras Julián Gallo hoy se inculpa de ese crimen, un mes y seis días después de ocurrido le decía a Alfonso Cano que ellos no habían sido y que él no tenía contacto con el partido, o sea con la Red Urbana Antonio Nariño (RUAN) que él comandaba en Bogotá, y que es de donde dice que salieron los que habrían disparado contra Gómez Hurtado. Y lo que afirma no tiene cómo probarlo, porque los cuatro muchachos que él señala de haber sido los gatilleros fueron torturados y asesinados por la Policía en lo que se conoció como la masacre de Mondoñedo, del mismo modo que el guerrillero de quien dijo haber recibido la orden, el ‘Mono Jojoy’, vaya coincidencia, también está muerto…
En refuerzo del mismo tema están dos charlas periodísticas, una con Daniel Coronelldonde expuse mis argumentos para refutar el dicho de las Farc (Ver desde minuto 7:20), y otra más reciente que sostuve con Ernesto Samper, publicada en la revista Cambio, cuyo propósito fue tratar de saber qué tan convencido está el expresidente de lo que dicen las Farc. Y creo que Samper puso el dedo en la llaga cuando afirmó sin ambages que “Si las Farc están mintiendo, se acaba la JEP”. (Ver entrevista).
Y tanto el jefe de investigaciones de Caracol como el suscrito escritor estamos convencidos de que, efectivamente, las Farc mienten. Y la reivindicación de mi libro habrá de darse el día en que se llegue a esta verdad histórica, porque en sus páginas no hay una sola línea que hasta hoy haya sido rebatida o desmentida, a la luz de lo que pasó.
Ahora bien, hay una segunda reivindicación que también se debe dar, y tiene que ver con mi trabajo ya no de escritor sino de periodista. Aquí de nuevo nos topamos con un tema donde la mala suerte iba haciendo de las suyas, en este caso en relación con mi paisano el excandidato presidencial Rodolfo Hernández.
Pero me iba extendiendo demasiado en lo de las Farc, así que paremos hoy por aquí. En la segunda columna de esta saga abordaré el modo en que tres inocentes palabras escritas el miércoles 15 de junio de 2022 en un trino sobre Rodolfo Hernández habrían de representar el más serio revés que hasta ese día he tenido en mi carrera como periodista.
Las tres palabras que estuvieron a punto de perturbar mi vida entera fueron “lo noté preocupado”.
Más adelante les cuento, por aquí nos vemos.
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