Por GERMÁN AYALA OSORIO
No recuerdo que en el pasado se haya presentado un enfrentamiento tan agrio entre un grupo de medios de comunicación privados y un presidente de la República. La animadversión mediática de informativos como Semana, El Tiempo, RCN (televisión y radio), Caracol y El Colombiano es tan fuerte, que actúan como actores políticos, con este agravante: enmascaran los intereses políticos y económicos de sus propietarios y de aquellos que pautan, con la careta de la libertad de prensa, cobijados en el mendaz antifaz de la objetividad y la independencia.
Mediante titulares sensacionalistas, filtraciones de proyectos de ley, falsas noticias y entrevistas amañadas con fuentes enemigas del gobierno están haciendo las veces de “bancada de oposición”, con la clara intención de generar un mal ambiente social, que conduzca al presidente a vivir momentos de insoportable ingobernabilidad. A ello hay que sumar la concentración de los medios en pocas manos, lo que claramente afecta la democracia, en la medida en que no se garantiza pluralidad informativa.
El presidente de la República usa su cuenta en Twitter para responder a las andanadas mediáticas que a diario soportan él y en particular sus ministras Carolina Corcho (Salud) e Irene Vélez (Minas y Energía). Y lo hace exponiéndose aún más a las críticas, dando la impresión de que dedica más tiempo a estar en esa red que a gobernar, como lo vienen señalando periodistas independientes, inclusive en programas radiales de humor. De esa manera quizás el mismo Petro deja entrever que no confía en el trabajo de su equipo de prensa, situación esta que exacerba su carácter contestatario.
Al confrontar de manera directa a los medios y a periodistas mediante el muso de su cuenta de Twitter el presidente no pretende generar dudas sobre la idoneidad de los medios, como lo asegura la FLIP. Según la Fundación para Libertad de Prensa, “la frecuencia con la que el Presidente controvierte a la prensa deja entrever una estrategia para posicionar su narrativa y su agenda en redes. Del mismo modo, pretende sembrar la duda ante la audiencia, sobre la idoneidad de los medios para hacer su trabajo».
Aunque me parece bien que la FLIP llame la atención sobre la situación expuesta, convendría que también hiciera un ejercicio de análisis de los tratamientos que los medios vienen haciendo en torno a decisiones tomadas desde la Casa de Nariño. No es bueno para la democracia que las narrativas de las empresas mediáticas privadas resulten incontrastables, cuando ya el país conoció el alto grado de manipulación informativa en el que estos mismos medios incurrieron con la votación del plebiscito por la paz en 2016. Como tampoco podemos olvidar que durante el gobierno de Álvaro Uribe hincaron las rodillas ante su poder intimidante. Baste con señalar dos publicaciones para entender lo que sucedió entre dicho presidente y las empresas mediáticas que hoy le hacen oposición política al presidente Gustavo Petro Urrego: Las ficciones del poder (López de la Roche) y De la democracia radical al unanimismo ideológico, medios de comunicación y seguridad democrática (Ayala et al).
Las dudas que hoy tienen las audiencias sobre la idoneidad de los medios no nacieron por la defensa que el presidente hace de su gestión: vienen de tiempo atrás, por sus ya conocidos intereses corporativos y por los tendenciosos tratamientos de hechos noticiosos que ameritaban ser cuestionados y examinados a la luz del análisis periodístico. Baste con dar varios ejemplos, unos recientes y otros no tanto: el collar bomba que unos criminales le pusieron en el cuello a Elvia Cortés y que la prensa dijo que fueron las Farc-Ep; los nulos cuestionamientos mediáticos a decisiones económicas del gobierno de Iván Duque, como la de vender el 61% de las reservas de oro. O lo poco o nada que han preguntado sobre los propietarios del cargamento de droga hallado en un buque fletado de vacas, que según informó el ICA, en la misma red Twitter, una parte de esas reses salieron de la hacienda El Ubérrimo, del expresidente Uribe Vélez. Cierta o falsa la información, esos medios tienen la obligación de investigar ese hecho por cuanto cumple todos los requisitos para alcanzar el estatus de noticia. A esta corta lista hay que agregar los casos de Reficar y lo que sucedió con los bienes de la SAE, entre muchos otros.
Recientemente El Colombiano, diario conservador, registró la decisión de Petro de asumir funciones en la CREG para bajar las tarifas de la energía. El periódico tituló así la nota: “Petro se toma las comisiones de regulación de servicios públicos”. Aunque el diario explica en el sumario que el presidente tomó la decisión de acuerdo con lo que le permite la Constitución, la intención de descalificar la medida presidencial es clara. En un ejercicio sinonímico, encontramos palabras como “adueñarse, apoderarse, conquistar o dominar”. Al titular tendencioso el presidente respondió invocando que está cumpliendo con un mandato constitucional.
Lo que hace Petro es defender su gestión de las manipulaciones que vienen haciendo ciertos medios y periodistas con la manera de informar sobre temas sensibles como el de la reforma a la salud. Periodistas radiales en particular a diario editorializan sobre la propuesta de reforma a la Ley 100 de 1993 que dio vida al actual sistema de salud. Lo mismo hicieron estos y otros periodistas con la propuesta de ajuste al sistema pensional.
Llegará el momento en el que las audiencias que aún creen a pie juntillas en lo publicado por los medios masivos se quiten las vendas y vean con claridad que la Gran Prensa colombiana que hoy ataca al gobierno, lo hace porque sus editores y periodistas están siguiendo instrucciones de sus propietarios. Y estos están defendiendo sus intereses económicos, muchos de ellos anclados al ethos mafioso y al sentido corporativo con el que por más de 30 años han manejado al Estado.
@germanayalaosor