Por PUNO ARDILA
Al inicio del mes, Marc Eichmann escribió la columna “Los inútiles columnistas”, donde plantea, entre otros enunciados, que los buenos textos necesitan capacidad de lectura para entenderlos; que el sistema educativo no es bueno; que no hay nivel argumentativo en Colombia; que la labor de la prensa es cada vez más irrelevante y elitista; que las discusiones «deben darse con quienes tienen la capacidad de entender la profundidad de los cambios y sus consecuencias»; que el problema de los columnistas es educar a quienes no entienden la realidad; y que «en la mayoría de los casos le llegamos a quienes no tienen necesidad de mayor ilustración».
El texto navega en contradicciones, no suyas, necesariamente, sino de nuestra sociedad: que toca que el texto sea bueno, pero no entenderá sino una élite; que toca escribir para el pueblo, pero el pueblo no tiene capacidad de entender ni argumentar; que toca volverse influenciador en las redes, y hasta reguetonero, para alcanzar un mínimo de receptores efectivos.
En fin, tratar de presentar un mensaje claro, completo y conciso en 350 palabras es arrecho —por un lado—, y la solución sería llegar a ser premiado con más espacio; y para llegar a un buen número de lectores —por otro lado— depende del día, porque una cosa puede ser, por ejemplo, salir un lunes, el día de menos lectura en el paupérrimo nivel de lectura de los colombianos, y otra cosa es ser publicado en un día de mejor nivel de lectura, o el de más, como el domingo.
Una solución sería buscar alternativas de divulgación de la columna, como el envío directo y personal a una lista de destinatarios, que la reciben, pero, en su mayoría, no la leen, como podrá notarse en la respuesta que habrá a este comentario; o también intentar grabarla en audio o en video, o convertirla en memes, o algo así. Pero eso es otra cosa.
El problema radica en que hoy todos juegan al “periodista soy yo”, y es tanta la oferta que nadie lee nada; y si lo leen, no lo entienden, como dijo Eichmann.
@PunoArdila
Tomado de Vanguardia