Por GERMÁN AYALA OSORIO
Por estos días crecen las voces de rechazo contra la evidente manipulación y tergiversación que de particulares hechos noticiosos vienen haciendo ciertos medios masivos, situación que si bien no es nueva, viene en aumento y haciéndose más evidente desde el 7 de agosto de 2022, cuando empezó a gobernar el primer presidente de izquierda en Colombia.
Así el diario El Espectador confronte al presidente en reciente editorial, por la permanente alusión al golpe de Estado blando que se vendría consolidando, no se puede negar que hay fuerzas políticas y económicas que buscan “hacer invivible la República” y, por esa vía, defenestrar al presidente de la República. Y para ello vienen usando el discurso periodístico y el poder que aún les queda a ciertos medios masivos de generar zozobra, miedo y llenar de incertidumbre a una sociedad fracturada, imbuida en una visible confrontación de clases sociales.
Lo interesante es que en contraste parece estarse consolidando en la Colombia urbana una especie de “quinto poder”, en las entrañas de esas calderas de la doxa llamadas redes sociales. Ese 5to poder deviene asociado a la Izquierda, orilla ideológica desde la que tuiteros, blogueros y activistas políticos defienden a dentelladas el plan de gobierno y las reformas propuestas por el presidente Gustavo Petro, conducentes a minimizar las condiciones de desigualdad y pobreza que generaron más de treinta años de neoliberalismo en manos de los gobiernos de Gaviria, Pastrana, Uribe, Santos y Duque.
Claro, para entender aquello del 5to poder hay que remitirse al cuarto poder. Dice Ignacio Ramonet (2004) que “desde hace una quincena de años, a medida que se aceleraba la globalización liberal, ese cuarto poder fue vaciándose de sentido, perdiendo poco a poco su función de contrapoder”.
Aunque los medios masivos colombianos jamás operaron, en estricto sentido, como contrapoder de los tres poderes públicos, no se pueden negar cubrimientos periodísticos dirigidos a confrontar las sempiternas mafias que se enquistaron en la justicia, en el ejecutivo y en el legislativo. Famosas fueron las unidades investigativas y las posturas editoriales que hacían tambalear a ministros y presidentes.
Sigamos con Ramonet. A partir de esa constatación, Ramonet propuso crear un 5to poder, ante la evidente incapacidad de los medios y periodistas de controlar a los agentes que, instalados en los tres poderes públicos, iban contra la democracia y los derechos humanos. Baste recordar que muchas de las empresas mediáticas y periodistas que hoy de manera coordinada atacan a Petro, en el pasado se hincaron ante el poder intimidante del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez. Noticias Uno y uno que otro periodista optó en ese periodo aciago (2002-2010) por confrontar a quien gobernó con tal mano dura, que el Estado que dirigió Uribe produjo 6402 víctimas confirmadas por la JEP.
Entonces, Ramonet dice que “es necesario crear un quinto poder que nos permita oponer una fuerza cívica ciudadana… para denunciar el superpoder de los medios de comunicación, de los grandes grupos mediáticos cómplices y difusores de la globalización liberal”.
Somos entonces testigos del nacimiento de un 5to poder en las redes sociales que de manera franca y directa revela los intereses corporativos (económicos y políticos) de medios como El Tiempo, RCN, Blu Radio, La FM, El Colombiano o Semana, que fungen hoy como actores políticos y agentes generadores de miedo e incertidumbre en los lectores, simulando una fantasiosa objetividad periodística.
Para que ese 5to poder se consolide en su tarea de confrontar a esos medios, que se suman a la estrategia desestabilizadora, es necesario articularse y por supuesto contar con agentes del gobierno para difundir los éxitos oficiales y abordar los errores que se han cometido, sin la magnificación con la que los periodistas y las empresas mediáticas al servicio del “viejo” establecimiento los cubrieron.
Ahora bien, hay un problema enorme que podría impedir la consolidación de ese 5to poder: la falta de lectura crítica de las audiencias jóvenes, los distractores mismos asociados a las redes sociales y el desinterés por entender asuntos relacionados con el ejercicio del poder político. Por ello, insisto en que la bancada progresista debe proponer la creación de una Cátedra de Análisis y Crítica de Medios para colegios y universidades, para enseñarles a los estudiantes a confrontar los discursos de los medios masivos, en particular cuando estos son propensos a cuidar exclusivamente los intereses corporativos de sus propietarios.
ADENDA: El Espectador en su editorial «No se equivoque presidente, ni pretenda confundir», se abstiene de criticar a los medios interesados en hacerles el juego a los defenestradores del poder presidencial que actúan tras bambalinas. No voy a negar que me sorprende, pues este diario bogotano siempre ha sido serio en sus tratamientos noticiosos.
@germanayalaosor