Por GERMÁN AYALA OSORIO
Hace 24 años la derecha colombiana planeó y llevó a cabo el asesinato de Jaime Garzón Forero. Con su eliminación física, esa parte del país que entendía su humor y la sátira política lamentó el crimen y lloró a cántaros porque sus miembros comprendían que el régimen estaba dispuesto a todo, con tal de acallar a sus críticos, vistos de manera temprana como parte del “enemigo interno”.
Asesinar al mejor humorista político del país sirvió para comprender los alcances criminales del régimen. Solo era cuestión de tiempo. Y al pasar el tiempo, vimos la tragedia: 6402 falsos positivos, cientos de docentes asesinados, entre estos al profesor Alfredo Correa de Andreís, Eudaldo Díaz…; masacres aquí y allá, y la confirmación de la captura del Estado por parte de los narco-paramilitares.
Hay que hacer referencia también a esa otra parte de Colombia que reía con las ocurrencias de Garzón, pero que jamás entendió los mensajes que el humorista le enviaba a esa sociedad dormida, sin memoria, paralizada y acostumbrada a la barbarie, al robo de los dineros públicos y a que los servidores públicos, no le sirvieran al público. Los jóvenes universitarios de la época rieron -reíamos- a carcajada batiente mientras dejaba este mensaje: “si no reaccionamos, ustedes jóvenes, si no asumen el control de su propio país con los elementos que les da la constitución, por ejemplo, el voto, si no hacen uso de eso, para bien, cerremos y vámonos…”. También dijo esa vez, en la sede de la entonces Corporación Universitaria Autónoma de Occidente, que “Uribe es peligrosísimo”.
Y claro, hay que aludir también a esa otra parte del país que aplaudió a rabiar el crimen de Jaime Garzón. De esa, hacen parte militares, policías, políticos y expresidentes, muchos de estos cercanos a la propia víctima porque sentían que, en momentos muy precisos de la vida política electoral, las burlas y comentarios de Garzón les servía para mostrar una cara amable al país que gozaba en las noches en las que aparecía, en un noticiero, el lustrabotas “Heriberto de la Calle”. Muchos de los que Heriberto lustró sus finos zapatos, guardaron cómplice silencio ante la barbarie que el brillante embolador avizoraba.
No se necesita ser un curtido investigador para descubrir de dónde salieron la orden y el dinero para asesinar a Garzón. Basta con escuchar a Godofredo Cínico Caspa para saberlo. De las propias huestes de Godofredo salieron el mandato y el capital con el que Colombia dejó de reír para siempre.
Jaime Garzón hacía análisis político e histórico a través del humor. También hacía predicciones y ofrecía visiones de mediano plazo para el país. Y lo hizo a través de Godofredo Cínico Caspa cuando habló “del pacifista y cooperativo dignísimo gobernador de Antioquia, doctor Álvaro Uribe Vélez. Un hombre de mano firme y pulso armado, líder que impulsa con su aplomado cooperativismo, pacíficas autodefensas…”.
Cada año estaremos en estas, lamentando la ausencia de Garzón Forero, de la que somos responsables todos porque decidimos quedarnos en el lugar cómodo de la risa y porque seguimos votando por nuestros verdugos.
@germanayalaosor