Por GERMÁN AYALA OSORIO
En audiencia de conciliación con el expresidente y expresidiario Álvaro Uribe Vélez le salió al corte un gallo fino llamado Daniel Mendoza Leal, creador de la exitosa serie Matarife.
Allí el abogado criminalista le propuso al temido expresidente que, si reconocía sus crímenes y reparaba a sus víctimas con la venta de sus haciendas, él dejaba de tratarlo en los términos que el abogado usa para dar cuenta de sus actuaciones como genocida, asesino despiadado, paramilitar e incluso violador sexual.
Aunque el país no sabe la respuesta que dará Uribe a lo propuesto por su contradictor, a quien demandó por injuria y calumnia, resulta lógico prever que el expresidente seguirá con el proceso penal, lo cual significa que seguramente habrá imputación de cargos contra Mendoza Leal y un juicio en el que cada parte expondrá sus argumentos. De hecho, el abogado, en la audiencia le pidió a la fiscal que le imputara de una vez los cargos para irse a juicio.
Este caso resulta interesante porque da cuenta de aspectos que hacen referencia al ejercicio libre de opinar, pensar y construir representaciones sociales sobre personajes públicos cuyas decisiones y su vida están expuestas al público, lo que legitima la acción de opinar, en este caso la solvencia discursiva de Mendoza Leal para establecer relaciones causales, interpretar hechos y emitir juicios de valor que, por la cantidad de investigaciones que contra Uribe Vélez reposan en Fiscalía y en la Corte Suprema, le sirven al abogado para sacar conclusiones y hacer inferencias que los jueces ya no podrían medir bajo el rasero de la injuria y la calumnia, pues entraron hace rato en el contexto del análisis criminal.
Esta audiencia tiene como antecedente la tutela que interpuso Uribe Vélez con el propósito de evitar que la serie Matarife saliera y se mantuviera al aire, producción audiovisual en la que Mendoza concluye que el expresidente es un “matarife, paramilitar y responsable de guiar un aparato criminal de poder”. En el Auto 1732/22 se lee: “Las afirmaciones publicadas por el señor Mendoza Leal no se encuentran amparadas por la libertad de expresión porque “constituyen un discurso de odio” en su contra. En criterio del accionante, su etiquetamiento como autor responsable de los delitos de genocidio, concierto para delinquir agravado y acceso carnal “configura un discurso de odio que hace expresa apología a la violencia y al delito, al tiempo que conduce a la polarización política” …No existe ninguna sentencia de tutela que haya autorizado al señor Mendoza Leal a calificarlo de genocida, paramilitar o narcotraficante…”
Sin embargo, en el mismo Auto1732/22, en cuanto a las pretensiones del expresidente Uribe, se lee: “La solicitud no satisface el requisito de subsidiariedad, dado que “el actor cuenta con acciones judiciales ordinarias que no ha ejercido y tampoco invoca la figura del mecanismo transitorio de la acción de tutela”. La tutela no cumple con el requisito de inmediatez, puesto que “los cuatro capítulos que se conocen de la serie ‘Matarife’, están basados exclusivamente en informes periodísticos de la década de 1980 y 1990, así como en artículos de Gonzalo Guillen y de mi autoría, que tienen más de 2 años de publicados”. Estos artículos “nunca fueron cuestionados por Álvaro Uribe Vélez, a pesar de haber tenido amplia difusión nacional e internacional”. El señor Uribe Vélez “no agotó el requisito previo de solicitud de rectificación”, dado que no respondió al escrito de aclaración que su apoderado envió el 8 de junio de 2020”.
Daniel Mendoza hila delgado y fino en sus deducciones, fruto de un cruce de hechos y circunstancias, análisis político, histórico, sociológico y periodístico de hechos en los que aparece Uribe Vélez involucrado o nombrado. Lo que ha hecho Mendoza Leal es la construcción de un relato periodístico con el que el productor audiovisual erosiona la imagen que los medios tradicionales crearon de Uribe: un Mesías, un Patriota al servicio del país. Mendoza apela a sus conocimientos y experiencia en asuntos propios de la criminalística y usa la técnica del perfil psicológico criminal para hacer inferencias de los aspectos psicosociales que rodean la vida política y el ejercicio del poder de Uribe, considerado por Mendoza como un sociópata.
Que el asesino serial alias ‘Popeye’ le haya tenido miedo a Uribe Vélez y lo haya expresado públicamente, constituye para Mendoza Leal y sus análisis un hecho que probaría la peligrosidad del expresidente, cuando alguien decide retarlo, o contradecir sus órdenes o deseos.
Ya veremos en qué queda este proceso penal que hasta el momento solo tiene la atención de las redes sociales, pero que debería de ocupar a periodistas, penalistas, criminólogos, comunicadores sociales, psicólogos, lingüistas, filósofos del lenguaje y sociólogos, porque lo dicho y hecho por Mendoza Leal hace rato traspasó los límites de la doxa, para acercarse a los ámbitos de la interpretación, el análisis complejo, sistémico, multifactorial y la deconstrucción de unos hechos que, aunque tozudos, solo algunos jueces se atrevieron a conectar con Álvaro Uribe Vélez.
@germanayalaosor