Por OLGA GAYÓN/Bruselas
Aún no he podido escribir nada sobre el horror en Palestina e Israel. Mi corazón está encogido y se ha ubicado en medio de mi cerebro y mis manos para impedirme dejar por acá este sentimiento que me está destrozando. Solo quiero decir que me duelen los muertos israelíes y me sangran los muertos palestinos. Palestina es la gran sacrificada después de la Segunda Guerra Mundial.
¡Qué atrocidades han cometido y continúan cometiendo contra este pueblo algunas de las víctimas y algunos de los herederos del Holocausto! Y de esto, del martirio del pueblo palestino, tenemos responsabilidad todos en el mundo.
Nos hemos quedado en casa cuando deberíamos habernos tomado todas las calles del mundo, sin parar, para exigir a grito entero que Israel deje de despedazar a todo un pueblo y a toda una nación y que les devuelva todo los territorios que les ha arrebatado. Israel, en la Franja de Gaza, tiene bajo su dominio la más grande prisión del mundo en la actualidad. Y a la mayoría de los seres de la tierra esto les parece normal.