Lo que hay y lo que nos espera

La economía colombiana termina un año bastante complicado, debido al bajo crecimiento del PIB, explicado en gran parte por las altas tasas de interés en el mercado financiero, inflación con una lenta reducción, disminución del gasto de los hogares, poca eficiencia del gasto público, caída de la inversión y las ventas en sectores económicos estratégicos como la construcción, desconfianza del sector privado, restricción del crédito por parte de los bancos e incertidumbre frente a las decisiones políticas internas en temas sensibles como el de hidrocarburos.

No son únicamente las circunstancias internas las que tienen efectos sobre la realidad económica del país, sino también el entorno internacional, que no es el más beneficioso en estos momentos. La mayoría de países están atrapados en un comportamiento económico bastante débil, lo que golpea las exportaciones colombianas, dominadas especialmente por el petróleo y sus derivados.

Aunque la mayoría de las noticias económicas son decepcionantes para Colombia, hay algunas que resultan positivas, como es el caso de la inversión extranjera, que ha tenido un repunte por encima del 20% en 2023 frente a 2022, concentrándose el 81% en petróleo y minería. Las inversiones extranjeras llegaron en septiembre a 10.300 millones de dólares, la cifra más alta en los últimos 9 años.

Otra noticia positiva es el mejoramiento de la tasa de desocupación laboral, que fue del 9% en las principales 13 ciudades y áreas metropolitanas en octubre, mejorando el 9,9% registrado para el mismo mes en 2022. El comportamiento del desempleo está en estos momentos en la misma franja histórica de la pre pandemia.

La pregunta que surge es cómo se comportará la economía en 2024 y los efectos sociales que tendrá. Las proyecciones no son halagüeñas. Los organismos internacionales han señalado que la economía colombiana tendría un crecimiento anual no mayor del 1.7%.

Se prevé que para el año venidero las tasas de interés de referencia vayan cediendo paulatinamente y que la inflación disminuya a una mayor velocidad, lo que permitiría que se recupere en parte el nivel de producción de las empresas y el consumo de los hogares.

Hay preocupación entre los especialistas sobre el impacto que tendría en las finanzas públicas el bajo crecimiento de la economía durante dos años consecutivos (2023-2024). También crean desazón las decisiones del gobierno en materia de gasto público, ya que la velocidad de ejecución presupuestal se ha mantenido muy baja. A ello se agrega la preocupación por el deterioro del orden público, el crecimiento de la inseguridad en las ciudades, las indefiniciones en torno a la Paz Total y la incertidumbre sobre las reformas sociales que están en trámite.

En pocos días, al comenzar el nuevo año, se posesionarán alcaldes y gobernadores que tienen la expectativa de lograr concertar con el gobierno nacional inversiones en sectores estratégicos de salud, educación, infraestructura vial, servicios públicos y vivienda. Pero subsiste la desconfianza entre todos los actores, lo que podría frustrar la posibilidad de que desde las regiones se reactive la economía y se mantenga el ritmo de reducción de la pobreza.

@HUMBERTOTOBON

*Estos conceptos no comprometen a la RAP Eje Cafetero, de la que soy subgerente de planeación regional

Imagen de portada, tomada de Cambio Colombia.

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