La conformación de un bloque de resistencia política al gobierno nacional, por parte de varios gobernadores y alcaldes de derecha recién posesionados, liderados por Fico Gutiérrez, tendría como propósito subir el tono de la actual crispación política e ideológica de cara a las elecciones de 2026. En busca de alcanzar dicho objetivo, se apelará a la narrativa según la cual Petro “odia» a regiones como Antioquia, por haberle puesto punto final a la delegación minera y por las diferencias con sendos gobernador y alcalde de la capital antioqueña.
Este ‘novedoso’ movimiento político conformado por mandatarios regionales y locales les servirá para despertar sentimientos federalistas en respuesta al centralismo que no logró desmontarse con la carta política de 1991, supuestamente partidaria de la descentralización administrativa. Aunque la verdad es que estamos ante un tibio sentimiento federalista, mediante el cual se quiere ocultar la verdadera intención: deslegitimar al gobierno nacional por los golpes que específicos clanes políticos vienen recibiendo desde diversos flancos de la acción estatal nacional.
Ante la desaparición de fantasmas como “nos vamos a convertir en Venezuela” o “el castrochavismo trae el comunismo a Colombia”, la derecha busca consolidar un bloque político de resistencia a las acciones del gobierno nacional, para afectar la imagen de la izquierda y el progresismo.
El presidente del Senado, Iván Name, se erige como la figura que trae la vieja discusión, esta vez atada a la oposición y a la resistencia que sectores políticos tradicionales le vienen haciendo al gobierno del presidente Petro. Name, miembro de uno de los clanes políticos tradicionales de la costa Atlántica señalados de corrupción, cuestiona el centralismo al tiempo que guarda silencio frente al real problema que tiene el país: la existencia de clanes que han capturado y privatizado Estados regionales y locales, para ponerlos al servicio de familias como los Gerlein, Name y Char, entre otras.
El cuestionado político considera que “…la causa de la guerra, el atraso y la pobreza está en el modelo bolivariano del centralismo con el que se fundó nuestra patria.” Y propone por tanto un modelo de “regiones autonómicas”.
Las “regiones autonómicas” de las que habla Name operarían de espaldas a las decisiones y programas de la Casa de Nariño. Pretender gobernar regiones y alcaldías contrariando las directrices del gobierno nacional constituye un juego político peligroso, tanto para la derecha como para la imagen que de todas maneras dejará Petro sobre la izquierda una vez termine su mandato.
De lado y lado se requiere voluntad política, para llegar a acuerdos que beneficien a los habitantes de las regiones que estarán hasta el 2026 en manos de la derecha. Apelar a la ralentización de los programas sociales diseñados desde Bogotá puede resultar muy mal para quienes desde las regiones están pensando exclusivamente en afectar la imagen de la izquierda, representada hoy en el talante de Gustavo Petro.
@germanayalaosor