De acuerdo con la información publicada por Noticias Uno, Carlos Alonso Lucio estaría al frente de un proceso organizativo cuyo objetivo es “sacar de la Casa de Nariño” al presidente Gustavo Petro Urrego. Más claro: el exguerrillero del M-19 estaría conspirando para dar un golpe de Estado. Vaya contradicción: el excompañero de lucha de Petro hoy está en el bando ideológico y político contrario y a toda costa buscaría tumbarlo.
Cierta o no la información, probable o no que Lucio tenga la capacidad de convocar a retirados de la Policía y el Ejército para semejante aventura desestabilizadora, lo publicado reviste enorme gravedad por cuanto se suma a los rumores que desde el 7 de agosto corren en el país sobre la intención de un sector de la extrema derecha de impedir que Petro termine su periodo presidencial.
De probarse la participación del exsenador Carlos Alonso Lucio en la organización criminal, la nueva fiscal general de la nación y los servicios de inteligencia estatal deben tomar cartas en el asunto. El excompañero de lucha de Gustavo Petro hoy funge como su mayor contradictor e incluso, como el enemigo político número uno del mandatario.
En reciente columna, Lucio hace referencia al juicio político al que será sometido Petro el 12 de junio por la plenaria de la Cámara de Representantes, con base en supuestos hechos punibles asociados a la campaña Petro presidente. Dice el exsenador y revisionista ideológico de nuevo cuño, que, al llegar ese momento, los ‘cacaos’ que se han reunido con Petro en varias ocasiones para hablar de un “acuerdo nacional” deberán tomar la decisión de seguir respaldando a un gobierno ilegítimo, como lo considera Lucio, o, por el contrario, apoyar al movimiento ciudadano que el exsenador cree que existe y que al parecer lidera. Movimiento ciudadano que estaría proponiendo la salida abrupta de Petro de la Casa de Nariño.
En su diatriba, Lucio considera factible la salida de Petro por el “colapso económico, la debacle de la política internacional, el despilfarro familiar, la corrupción y el avance territorial de la milicianización”; igualmente, expone el escenario de la transición del poder para que el país «recupere la democracia».
El quiebre institucional con el que sueña Carlos Alonso Lucio lo comparten sectores del empresariado y, por supuesto, la derecha mafiosa que se ha visto afectada por las acciones de interdicción de los alijos de droga, las capturas de criminales del Clan del Golfo y la recuperación de la Fiscalía para el Estado de Derecho que se espera lograr con cualquiera de las mujeres ternadas para remplazar al inefable Francisco Barbosa.
Ni en los tiempos del proceso 8.000 se soñó con un quiebre institucional para sacar del poder al entonces procesado Ernesto Samper Pizano, en la inútil Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes. Pues bien, Lucio es hoy el abanderado de que por fin funcione el enrevesado y politizado proceso de enjuiciamiento a un presidente de la República en este país.
Ya sabremos si los niveles de corrupción y despilfarro en el gobierno de Petro superan a los anteriores o si se mantendrá en los niveles que tanto los Cacaos y el resto del empresariado, los partidos políticos y políticos como Lucio soportaron y aceptaron en el pasado, tanto así, que jamás se atrevieron a proponer dar un golpe de Estado por esas razones. Así entonces, las motivaciones para romper el orden institucional que hoy se exhiben no son tanto por una insufrible inmoralidad política aupada desde la Casa de Nariño, sino que más bien por la recuperación de los privilegios que perdieron aquellos que llevan años y años beneficiándose de un Estado capturado, mafioso y corporativo, al servicio de unos pocos.
@germanayalaosor