El alzhéimer de nuestros exministros de Salud

Por JULIO A. RINCÓN R.*

La vida desde 1999, después de haber sido alcalde municipal, me ha ofrecido un puesto en las primeras filas para ver la película del Sistema General de Seguridad Social en Salud. Participé en esos escenarios con la voz y argumentos de los hospitales y, especialmente, de los pequeños municipios colombianos. Siempre manifesté mis preocupaciones a los actores que estaban sobre las tablas del teatro –ministros, viceministros y sus funcionarios–, preocupaciones que son en general las mismas de este año.

Conocí y admiro a esos actores, aún hoy, cuando veo las profundas contradicciones de algunos. Son ellos, casi todos, los que el 14 de marzo, en su calidad de exministros y exviceministros, suscribieron un documento por medio del cual instan a la Comisión VII de Senado a que, a la mayor brevedad, voten sobre las ponencias radicadas y proponen “la convocatoria a una mesa amplia de concertación”.

Puedo hacer memoria para decir que lo planteado en el documento fue lo que les dijimos que había que solucionar cuando eran ellos los que ostentaban el poder. Lo que urge saber es por qué no hicieron entonces lo que hoy piden y, en cambio, sí exigen que sea el actual gobierno el que lo haga.

Los exfuncionarios anotan: El sector salud y los ciudadanos mantenemos una creciente incertidumbre por el futuro del sistema y vemos el desafortunado deterioro que éste viene presentando hacia su colapso por cuenta además de la desfinanciación estructural que presenta y que no ha sido atendida, y mucho menos corregida, por el gobierno nacional.

Tienen razón, pero olvidan que ese colapso ha sido advertido por diferentes estudios que vienen acumulándose desde que ellos eran los titulares del Ministerio de Salud.

Y siguen: Desde la Sentencia T-760 de 2008 y en los autos emitidos con posterioridad, se ha solicitado a las autoridades gubernamentales desplegar las acciones correspondientes para lograr el cumplimiento de las directrices impartidas en dicha providencia.

Imposible no preguntar: ¿por qué durante 14 años estos eficientes funcionarios no solucionaron esos planteamientos y acataron las órdenes emitidas por la Corte Constitucional en el 2008, pero sí exigen con autoridad y en todos los escenarios que el actual gobierno las cumpla con la celeridad que ellos no tuvieron?

Continuemos con lo dicho por los exministros y exviceministros: «Es importante resaltar que el gobierno nacional no ha cumplido a la fecha con las órdenes impartidas por la Corte Constitucional en sus Autos 2881/23 y 2882/23 dirigidas a saldar deudas atrasadas del gobierno nacional al sistema de salud y aliviar por esta vía la desfinanciación mencionada».

Vale la pena recordar que la Corte ordenó saldar deudas que datan de 2021. Si el reclamo se remonta al gobierno anterior, ¿por qué los firmantes no consultaron al ministro y a la viceministra de la época si los tienen ahí, en su propio grupo?

A renglón seguido dicen: «Consideramos que el statu quo no es la solución para atender las necesidades que hoy tiene la población en materia de salud. Se requiere mejorar la oportunidad en el acceso a los servicios de salud, asegurar una mayor calidad en la prestación de estos y avanzar, en lo que es de la competencia del sector, en la eliminación de las inequidades que existen entre las zonas urbanas y las rurales».

Pero ¡por favor! Cuántas veces no les suplicamos, en todos los escenarios posibles, hacer mayores esfuerzos contra la inequidad que nuestras comunidades estaban sufriendo por las decisiones de las EPS de no contratar en los municipios y por la obstinación de estas entidades de llevarse los servicios a las ciudades; cuántas veces no les informamos que estas no contrataban localmente, que estaban destruyendo los avances en oferta de servicios… Pero no: ellos nos contestaban que ese no era su problema, que esa falla debía ser resuelta por las mismas EPS y los hospitales.

Lo cierto es que nunca encontramos la manera de hacerles notar que, a pesar de que el Estado entregaba a las EPS los recursos para la atención de casi todos los ciudadanos de aquellos municipios, a estas entidades nunca se les exigió que prestaran servicios allá, en esas extensas regiones del país, para así eliminar las inequidades que existen entre las zonas urbanas y las rurales del país.

Cómo nos hubiese gustado que esta sensibilidad expresada ahora la hubiesen tenido para proteger el pago y los servicios de los colombianos en las zonas pobres de las ciudades y en los pequeños municipios. ¡Qué diferente se comportan ahora!

Siguen:

Para progresar hacia esos objetivos se hace necesario en primer lugar, lograr el saneamiento de todos los pasivos que existen en el sector, empezando por los del gobierno con el sistema, de tal forma que se le dé una solución definitiva a esa problemática.

Extraña reacción, porque en su momento esa no fue la que tuvieron los suscriptores de la carta cuando se les presentaban las deudas crecientes de las EPS con los hospitales. Por el contrario, reaccionaron sancionando a los prestadores clasificándolos en riesgo financiero o cerrándolos, pero, en contraste, la actitud ante las EPS era permisiva. El credo mandaba castigar a los hospitales deficitarios –aun cuando la causa primaria fuera que las EPS no pagaran–, sin importarles que se volvieran hospitales socialmente insolventes.

El rosario de perlas continúa:

También es prioritario el establecimiento de una política nacional de talento humano en salud, adecuadamente financiada, que tenga en cuenta la pertinencia en la formación, la distribución equitativa en el territorio nacional y las condiciones laborales dignas.

Esta ya es la tapa de las contradicciones entre el lamento de hoy y lo que hicieron, permitieron y promovieron algunos de ellos cuando eran los responsables del sector. La política de deslaboralización de los trabajadores de la salud y la contratación a través de cooperativas y órdenes de trabajo no se la inventaron los prestadores; fue impuesta por los ministerios de Salud y de Hacienda.

Para imponerla forzaron estudios, porque desde su inicio tenían el objetivo de sacar la gente de las plantas de los hospitales. Aún más, financiaron estos despidos con créditos que todos los colombianos pagamos. La situación vergonzosa y deplorable de los trabajadores de la salud en el país hoy se la debemos a políticas equivocadas que dirigieron algunos de estos profesionales que hoy nos están dando lecciones de inteligencia y ponderación.

Lo bueno de las historias largas es que el cambio de posición termina contradiciendo el propio credo. Al final, después de recordar nuestras batallas perdidas y los oídos sordos de algunos de estos funcionarios frente a nuestras consideraciones, dan ganas de parafrasear los famosos versos de Mario Benedetti en los que evoca la foto de un risueño ministro en la página de un diario:

«Seré curioso
señores exministros
de qué se ríen
de qué se ríen».

¿Se ríen de lo que no hicieron, señores exministros, o simplemente es consecuencia del alzhéimer?

@JGobernanza

* Médico salubrista en municipios, dedicado al desarrollo de las capacidades las entidades descentralizadas de salud. Director de la Corporación Colombiana de secretarios de Salud municipales, Cosesam.

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