Por HILDEBRANDO VÉLEZ G.*
Pasé muchos de mis años juveniles en la Universidad Nacional, a ella debo enormes aprendizajes y buena parte de mis logros en la vida.
Allí estudié, trabajé, primero atendiendo una cafetería y al final de mis estudios como profesional y catedrático.
Esta opinión es desde mis anhelos por una país y una universidad que vayan a fondo en su democratización pues percibo que la “democracia” en la UNAL está viciada por todo lado.
¿Cómo puede llamarse democrática la definición por número de votos de la calidad o la conducción de la Universidad? Democracia numérica en la consulta y por “Método Borda” (número de votos según preferencias) en el Consejo Superior Universitario -CSU- no sustituye el proyecto de universidad ni la calidad de su conducción.
Veo en una consulta un buen método para deliberar sobre los contenidos y proyectos de universidad y país, siempre que no se reduzca a un formalismo y en cambio sea instrumento para orientar los contenidos y alcances misionales de la universidad en su rol de construcción de sociedad.
Ahora bien, presionar con amenazas, no firmar actas, declarar impedimentos, posesionarse en notaria… Son todos mecanismos, entre violentos y leguleyos, que solo ahondan el desconcierto.
La lucha, que era por ideas y programas, se ha convertido en una por presupuestos y burocracia.
Se descuida en cambio el destino de las ciencias, las disciplinas y el papel de la universidad en una sociedad que requiere transformaciones profundas.
Creo que la salida está en convocar una “constituyente” universitaria que nos aparte del modelo neoliberal que hace metástasis.
* Ambientalista y Educador, Ingeniero Químico de la Universidad Nacional, Magister en Filosofía de la Pontifica Universidad Javeriana. PhD de la Universitat de València.
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