Fútbol: narración deportiva y patrioterismo

El fútbol no despertaría tantas pasiones si no contara con un cubrimiento mediático patriotero por parte de los narradores, periodistas y comentaristas deportivos ‘oficiales’, obligados además a despacharse en elogios hacia los jugadores y cuerpo técnico.

El equipo del Gol Caracol es el mejor ejemplo de ese periodismo deportivo ‘oficialista’ que convierte cada partido de la Selección de Fútbol de Mayores en una fiesta «nacional», cuyo anhelo es «unir» a los colombianos. «El fútbol es lo único que nos une por el momento», dijo Javier Hernández Bonnet, jefe del equipo del Gol Caracol, después del contundente triunfo del seleccionado sobre su similar de Panamá por 5 a 0.

Lo curioso es que con ese anhelo de «unir» a los colombianos se ocultan los tratamientos tendenciosos, exagerados y mentirosos que Noticias Caracol viene haciendo, como parte de esa «unión» de empresas mediáticas que desde el 7 de agosto de 2022 están en la tarea de deslegitimar al gobierno progresista y, por esa vía, consolidar la crispación ideológica y el enfrentamiento social y político entre petristas, no petristas, uribistas y no uribistas. Es decir, con el fútbol quieren unir lo que ellos mismos a diario se encargan de separar con su tratamiento sesgado de las noticias.

El derecho a cubrir los partidos de la selección lleva implícito que a los comentaristas y narradores del Gol Caracol (de Caracol Televisión) les queda terminantemente prohibido hacer críticas sobre decisiones deportivas y, menos aún, sobre el desempeño de los jugadores, a pesar de las victorias, porque mientras haya triunfos lo que menos importa es el análisis. Bajo esas condiciones, a este equipo periodístico solo le queda el camino de insistir en el inveterado patrioterismo que les garantiza rating y asegura en los aficionados un peligroso triunfalismo.

Justamente, con esos cubrimientos exaltados de antes y después de los partidos el periodismo deportivo deja de lado una tarea inaplazable: educar para la derrota. Insisten en repetir que la Selección lleva 27 partidos invictos, lo que de inmediato genera en las audiencias dos sentimientos: de un lado, la angustia de pensar cuándo se perderá el invicto, si en el partido contra Uruguay o en la final contra Argentina, suponiendo que se supere a los charrúas y dando por sentado que los gauchos hagan lo propio con el seleccionado de Canadá; y del otro, ese triunfalismo convierte a los jugadores en héroes, en los «mejores del mundo», en una selección invencible, hecho por supuesto que los expone ante los apostadores (muchos de ellos, mafiosos) y los fanáticos. Ante una derrota, los primeros no les perdonarán una derrota; y los segundos tampoco porque el ser felices depende directamente del desempeño de los deportistas. 

Baste con recordar las reacciones violentas de los aficionados cuando la selección derrotó a Argentina 5 a 0 en una eliminatoria al Mundial. Muertos, heridos y accidentes de tránsito mancharon la celebración de un triunfo histórico que jamás representó la consecución de un  título. Eso sí, que el «pueblo» futbolero no sepa celebrar obedece a la sumatoria de factores culturales de los que hacen parte las exaltadas y patrioteras maneras como los periodistas deportivos cubren  y comentan las incidencias de los partidos. 

Recomiendo a los colegas del Gol Caracol que dediquen minutos a recordarles a las audiencias que se trata de un juego, y que podemos perder frente a Uruguay; y que de pasar a la final, también puede darse la derrota. Y que darse el triunfo, es decir, de resultar Campeones de América, hay que disfrutar con mesura. Menos mal ya no está el narrador que con cada triunfo de la Selección gritaba «que no me esperen en la casa». Dicha arenga, en un país de ignorantes, patrioteros y de gente que necesita sacar a como dé lugar sus frustraciones, tiene un doble significado: no me esperen porque me fui de parranda. O no me esperen, porque perdí la vida en una riña.

Quizás si los periodistas deportivos le bajan un poquito al patrioterismo y al triunfalismo, los hinchas de la Selección aprenderán a celebrar y a darle manejo a la derrota, que en cualquier momento llegará. Y a lo mejor es hora de olvidarse de que el fútbol pueda «unir» a una sociedad fragmentada porque durante más de 50 años, sucesivos gobiernos, le apostaron con sus decisiones económicas, a mantenernos divididos, porque así es más fácil controlar al «pueblo».

@germanayalaosor

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