‘Maduró’ la dictadura venezolana

Maduro ganó. O por lo menos, eso fue lo que dictaminó el Consejo Nacional Electoral, la máxima autoridad electoral de Venezuela, entidad manejada directamente por el régimen. Se habla de que hubo fraude. Hacia la medianoche, se proclamó vencedor el títere de Diosdado Cabello.

La jornada electoral en Venezuela terminó como se sospechaba: la permanencia en el cargo del actual presidente, pese a las esperanzas que tenía la derecha colombiana en que la oposición encabeza por Edmundo González derrotara al férreo régimen venezolano. La continuidad del chavismo en la mente infantil de Nicolás Maduro confirma que la dictadura del vecino país «maduró». Y alcanzar ese nivel de «madurez» significa que no habrá poder político que sea capaz de sacar del palacio de Miraflores a Diosdado Cabello, quien es el que realmente gobierna, de la mano de los militares.

El único camino posible, pero indeseable, es que a los gringos les dé por diseñar y aplicar una intervención militar quirúrgica, que desmonte el régimen bolivariano y el modelo estatista llamado socialismo del siglo XXI. 

Enfrentar en las urnas a un gobierno que controla las instituciones electorales y a los jueces, que intimida a la oposición y que manosea la democracia, constituye de tiempo atrás toda una odisea para María Corina Machado, Juan Guaidó y Leopoldo López, tres de las figuras más relucientes de la derecha venezolana. Insisto en que esa élite que representan de tiempo atrás Machado, Guaidó y López es responsable en gran medida de la irrupción de Hugo Chávez Frías como el mesías que buscó reivindicar los derechos de millones de venezolanos empobrecidos y olvidados que esa élite tradicional generó con sus políticas económicas y sociales, pensadas para excluirlos y segregarlos geográficamente.

Se cumplió la amenaza del arrogante del Nicolás Maduro, cuando vociferó que «vamos a ganar las elecciones, por las buenas o por las malas». Y las ganaron «por las buenas», es decir, a través de la mascarada democrática que de tiempo atrás supieron montar y que tiene en su «eficiente» sistema de votación biométrico a su mejor exponente de legitimidad y legalidad.

Petro ya había advertido en su cuenta de X que cualquiera fuera el resultado, reconocería el triunfo. Se entiende la postura del presidente colombiano, pues desea mantener las relaciones comerciales y la frontera abierta, por el bien de los colombo-venezolanos que viven, sobreviven y se reconocen étnica y socialmente en esa vigorosa frontera. No puede caer en la tentación de romper relaciones y cerrar la frontera, como lo hizo el fatuo Iván Duque, decisión que terminó por afectar la vida cotidiana de cientos de empresarios y de otros tantos que viven del rebusque en los pasos fronterizos legales e ilegales. Las horas contadas de la dictadura venezolana que espetó Duque dan la medida de las peligrosas y anti democráticas pretensiones de la derecha colombiana.

Eso sí, la continuidad del chavismo en el vecino país no depende exclusivamente del poder intimidatorio que ese Estado ha usado para sacar a los empleados públicos a votar por Maduro, heredero de una «revolución bolivariana» truncada por el bloqueo americano y por la propia incapacidad de la dirigencia política venezolana de llevar a ese país petrolero a un desarrollo económico que evitara el masivo éxodo de venezolanos empobrecidos.  

Mención aparte merecen las reacciones de Claudia López, Angélica Lozano y Martha Lucía Ramírez, cuando el régimen de Maduro les impidió entrar a territorio venezolano. Queda claro que las dos muñecas y la ex vicepresidenta Ramírez no las motivó viajar a Venezuela para defender la democracia. Sabían de antemano que el torpe de Nicolás Maduro les impediría el ingreso, de ahí que la exposición mediática de la indignación que les produjo a las tres politiqueras haga parte de las estrategias de la derecha colombiana de desprestigiar a un gobierno al que poco o nada le interesa que lo expongan ante el mundo como un régimen violento y poco democrático.

Con su actuación, Claudia López está pensando en ganar las simpatías de la derecha colombiana de cara a las elecciones de 2026.  Esa misma derecha que durante el gobierno de Duque le prestaba aviones a Guaidó en calidad de presidente interino, fantasiosa figura que lo convirtió en un meme o en un personaje propio del reino de Narnia. 

Eso sí, la izquierda colombiana hizo lo propio con la presencia en Venezuela de Clara López Obregón y Gloria Flórez. Las militantes del Pacto Histórico fueron a darle un espaldarazo al régimen de Maduro, que se suma al que ya le ha brindado el presidente Petro. Así las cosas, el viaje de las congresistas a territorio venezolano constituye una innecesaria provocación interna y un desatino político. Tanto las representantes de la derecha, como de la izquierda, se equivocaron al convertir la jornada electoral en el vecino país en un asunto político interno que terminará alimentando el clima de crispación ideológica y política en Colombia.

En cuanto a la presencia de Rodrigo Londoño, firmante de la paz de La Habana, esta se explica porque él y sus compañeros de lucha siempre creyeron en ese modelo socialista que supo montar Hugo Chávez, convirtiendo al Estado en un gran empleador y agente estatizador.

Vuelvo a decirlo: la dictadura venezolana ya maduró. Y esa madurez les permitirá ir pensando en quién remplazará al inefable de Nicolás Maduro Moros, porque  la jornada electoral de hoy dejó ver a millones de venezolanos agotados de un régimen que ya completa 25 años.

@germanayalaosor

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