Por RAFAEL NARBONA – Tomado de su cuenta de X
Me pidieron que me pronunciara sobre Venezuela y he acabado hasta las narices de los improperios que he recibido de unos y otros. Siento la tentación de imitar a Platón y decir adiós a la política. Al menos de forma temporal, como hizo el filósofo griego. Algunas reacciones están más cerca del hooliganismo que del raciocinio. No me gusta nada la derecha venezolana. De hecho, Corina Machado ha sido elogiada por Vox, el partido más tóxico e indigno del espectro político español, y premiada por Díaz Ayuso, una trumpista sin escrúpulos.
Sin embargo, algo no va bien en Venezuela cuando han emigrado siete millones de personas, el país ocupa el lugar 120 en el Índice de Desarrollo Humano, el salario mínimo y las pensiones no dan para un kilo de carne y Amnistía Internacional ha informado de graves violaciones de los derechos humanos.
Sé que EEUU anhela controlar las reservas de petróleo del país y que ha impuesto graves sanciones, pero no creo que eso explique todos los males. Según Amnistía Internacional, la oposición a Nicolás Maduro ha sufrido detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas y torturas con la aquiescencia del sistema judicial. La policía mata a una persona cada hora y media. Creo que se impone un cambio, pero sería una desgracia que fuera dirigido por una ultraderecha liberal al servicio de los intereses de EEUU. Venezuela es un laberinto y no se percibe ninguna salida.
Fotografía de portada, de Chelo Camacho.
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