César Gaviria y Germán Vargas Lleras: dos platos recalentados

Por YEZID ARTETA*

A unas personas les gusta el porno, a otras la cocaína, pero hay algunas a las que les fascina el poder. Son los casos del expresidente César Gaviria y el exvicepresidente Germán Vargas Lleras, personajes que conciben el poder como un instrumento para sí mismos y sus familias. En sus puñeteros cerebros no cabe la idea de que el poder es un vehículo para transformar un país o mejorar la vida de la gente. Para los ex, el Estado colombiano es un botín del que hay que extraer la mejor parte para ellos y algunas migajas para las camarillas que los siguen por oportunismo.

César Gaviria, mellado física y moralmente, fue llevado en parihuela a la convención del Partido Liberal en Cartagena, ciudad que en el pasado fue asaltada, conquistada y saqueada por los piratas. La convención fue un evento de filibusteros repartiéndose un botín. Un evento cutre, en el que no hubo una sola idea, solo agresiones verbales y puñetazos sin medida. Solo faltaron las navajas para emular al patio cuarto o quinto de la Cárcel Modelo de Bogotá. Les habría salido más barato, si nos fijamos en el prontuario de algunos de sus asistentes, realizar el encuentro en una penitenciaria que en el carísimo Centro de Convenciones de La Heroica. El Partido Liberal —me dijo un nonagenario que desde antes del 9 abril de 1948 vende golosinas en el centro de Bogotá— se acabó cuando mataron a Gaitán.

El Yo el Supremo encarnado en César Gaviria, apreciado Roa Bastos, fue el tipo que en 1990 empezó la subasta de los bienes del Estado y arruinó a miles de productores del campo con su despiadada política neoliberal. Habría que preguntarse por qué cuesta más enviar un sobre de Tunja a Bucaramanga que de Barcelona a Estocolmo. Un paquete de telefonía que incluye wifi en casa y celular es más barato en Francia que en Colombia. Un imán para fijar en la nevera vale en el aeropuerto Eldorado el triple de lo que cuesta en Zurich, una de las ciudades más caras del planeta. Las privatizaciones a ultranza favorecieron a los monopolios y encarecen la vida de los colombianos. Treinta y cinco años lleva César Gaviria echando la lata y haciendo negocios, mientras la mayoría social sobrevive a trompicones.

Germán Vargas Lleras, por otro lado, es un cascarrabias por naturaleza que intenta caer bien a la gente sin poder conseguirlo porque hay algo que no cuadra en él: su arrogancia o insaciable apetito politiquero. Ha ocupado un largo etcétera de cargos públicos por el solo hecho de pertenecer a una familia que ha vivido de la ubre del Estado. El impresentable César Lorduy, sospechoso de incurrir en acoso sexual e involucrado en un trágico suceso en el que murió de un disparo de escopeta una chica barranquillera, es uno de los cachorros de Vargas Lleras. Gente como Lorduy es de la que se rodea el exvicepresidente y con la que pretende gobernar a Colombia.

César Gaviria Trujillo y Germán Vargas Lleras dos platos recalentados que el establecimiento ofrece a los colombianos como comida fresca. 

@Yezid_Ar_D

* Tomado de revista Cambio Colombia

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