“Si eres una mujer fuerte,
protégete con palabras y árboles
e invoca la memoria de mujeres antiguas.
Has de saber que eres un campo magnético
hacia el que viajarán aullando los clavos herrumbrados
y el óxido mortal de todos los naufragios.”
Gioconda Belli
Por RUBÉN DARÍO CÁRDENAS*
El protagonismo del momento histórico que estamos viviendo tiene una denominación propia: las mujeres. Intelectuales, artistas, cocineras, profesionales, estudiantes, amas de casa, emprendedoras y líderes. Mujeres gestoras de cambio, como Laura Varón, que ponen en marcha proyectos en favor de las comunidades.
Desde el año 2020, Laura, eterna enamorada de Honda, ha venido realizando un valioso trabajo de recuperación histórica, de usos ancestrales y de la memoria colectiva, para llenar de significado cada uno de los rincones de esta icónica ciudad que alguna vez fue un puerto de gran flujo comercial, cuando el río Magdalena era la única conexión entre los pueblos del interior y la costa Caribe.
Al frente de la Fundación Ibanasca Transforma, Laura ha logrado convocar a cientos de mujeres para compartir sus saberes y sus habilidades. Cada año Honda se llena de música, de tejidos, de murales, de presentaciones artísticas, de muestras gastronómicas y sus calles se ven iluminadas por los viejos caserones, ahora recuperados y enaltecidos con el arte, el dibujo, la luz de la experiencia creativa.
Entre el 10 y 14 de octubre se llevó a cabo la cuarta edición del Festival de Arte Urbano de Mujeres Ibanasca, una apuesta cultural que logró vincular artistas de otras latitudes, en un intercambio de saberes que realza la vocación guardiana de las mujeres, en el cuidado del gran río que serpentea cerca a sus casas, en los cánticos y su resistencia a las expresiones artísticas que perpetúan el rol de la mujer objeto, de la chica plástica que se infla y se desinfla al vaivén de las cirugías y de los “buenos maridos”.
Laura, como muchas mujeres en Colombia, sabe que el tesoro no está allende los mares. El tesoro es el territorio que habitamos, las montañas tutelares, los páramos que nutren los ríos, los imponentes volcanes y nevados, la tierra siempre dispuesta a guarecer las semillas y regalarnos sus frutos. El tesoro son las mujeres cuidadoras de la vida, las que han conservado los secretos de las hierbas curativas, de los emplastos que alivian y de las recetas para crear los más exquisitos platos. El tesoro son artistas comprometidas como Paula Kitaen, coequipera de Laura en la Fundación Ibanasca. El tesoro son personas entusiastas como la madre de Laura, siempre dispuestas a prestar sus alas para que sus hijos se arriesguen y les den cuerpo a sus sueños.
Durante una semana las artistas llenan de colorido a Honda con murales ubicados en diferentes zonas de la ciudad. Los muros monótonos de sus calles y las fachadas mustias de sus casas se transforman, consolidándose como la galería de murales, a cielo abierto, más grande del territorio.
Este año se entregaron ocho murales de gran formato en Avenido Pacho Mario, un barrio popular de pescadores y cocineras a un costado del río Magdalena. Bajo la temática de MUJERES & SABERES las artistas compartieron su visión de las plantas medicinales, las mujeres locales y sus oficios, la infancia y los guardianes del río, la flora y la fauna del territorio. A semejanza de la “subienda” del Magdalena, que todavía llena de alimento las redes de sus pescadores, este festival trajo consigo una subienda de goce estético.
Cada mural es un intento de convertir el mundo en algo que nos habla. El artista, a diferencia del dibujante, no pretende calcar la realidad, sino comunicar una imagen a partir de sus propios dramas y es a partir de ellos, de sus sueños, de sus duelos y de su historia, que interpela, confronta y dialoga con el espectador. Los registros fotográficos del evento muestran a los pobladores buscando un sentido en las imágenes de los murales, tras un mensaje que revelan los rostros variopintos del territorio o el asombro ante pinceladas irreverentes de su propia historia. El arte genera una potencia educadora, en la pausa de la observación, en la suspicacia interpretativa que inquieta y motiva una apertura sobre nosotros mismos.
Además de los conciertos, talleres, conversatorios, muestras artísticas, gastronómicas y de los imponentes murales, en esta ocasión, como memoria del festival, ha quedado un cortometraje y la edición de un libro titulado: “Rituales culinarios”, con el apoyo de Radio Tertulias de cocina de Alexander Almieri, que incluye historias y recetas sobre cocineras de la región. El trabajo de Laura no cesa, con la Fundación posibilita que el trabajo y el esfuerzo creativo de las mujeres tenga impacto y se multiplique. Ella enfatiza en el trabajo en equipo y persevera en buscar aliados del sector público y privado que le permitan fortalecer los distintos proyectos de relieve cultural que tiene en marcha.
Cuanta falta le hace a una sociedad cada día más enferma como la nuestra, celebrar festivales como este. Espacios donde el individuo se reencuentra y se anuda a su comunidad. Festejos donde la pintura, los tejidos, la música, los rituales culinarios, convocan a los vecinos en una danza colectiva, una manera eficaz de hacer que los Otros se transformen en Nosotros. Convites donde resurge el espíritu dionisiaco que espanta la soledad e instaura la fiesta popular, que quizá sea la mejor salud comunitaria. El efecto terapéutico del arte sana a las sociedades envilecidas y espanta el letargo del espíritu. Una apuesta por la creatividad colectiva como desafío a la forma de vida centrada en el consumo, sed insaciable que le resta espacio al disfrute estético.
La labor entusiasta de Laura Varón por Honda es un buen ejemplo de como las mujeres, desde sus múltiples roles, son las mejores cuidadoras de la cultura y de la vida. Laura demuestra, con los frutos de la Fundación Ibanasca y su capacidad de convocatoria con la celebración del festival, que la gesta de las mujeres por el cambio es posible.
* Rubén Darío Cárdenas nació en Armenia, Quindío. Licenciado en Ciencias Sociales y Especializado en Derechos Humanos en la Universidad de Santo Tomás. 30 años como profesor y rector rural. Fue elegido mejor rector de Colombia en 2016 por la Fundación Compartir. Su propuesta innovadora en el colegio rural María Auxiliadora de La Cumbre, Valle del Cauca es un referente en Colombia y el mundo.