El estado de alarma y zozobra que vivió el país durante los dos días del paro no es nuevo. Algo similar ya se había aplicado -con éxito- durante la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez, cuando el lunes 20 de febrero de 2018 fueron asaltados varios supermercados Supercundi y Merkandrea en Bogotá y ciudades intermedias de Cundinamarca. Pero esta vez adquirió una dimensión nacional, detrás de la cual se vio un aparato de poder organizado para sembrar el caos.
El precedente al que hacemos referencia ocurrió cuando arrancaba la campaña para la presidencia de la República e Iván Duque aparecía como precandidato de Álvaro Uribe, le faltaba dirimir su candidatura mediante consulta con Alejandro Ordóñez y Marta Lucía Ramírez.
Por esos días, el domingo 19 de febrero de 2018, durante una manifestación en el barrio Santa Librada de Bogotá se vio a Uribe y a Duque en compañía de Alirio Mora, uno de los dueños de los supermercados saqueados, de quien luego se sabría que tenía orden de captura por ser un supuesto testaferro de las Farc. (Ver fotos). Justo al día siguiente de esas fotos se desató una ola de saqueos y pillaje sobre los almacenes de los cuales el señor Mora era socio, y la manifestación aquí reseñada se realizó justo frente a uno de los locales asaltados, y en aquella ocasión Noticias Uno llamó la atención sobre el hecho de que “el evento se dio en el marco de una correría del Centro Democrático hecha ese mismo día, que incluía Soacha, Ciudad Bolívar y Usme. Sin embargo, la campaña no envió registro de la actividad realizada frente a Merkandrea”. (Ver informe).
En aquella ocasión la periodista de Noticias Uno que realizó el informe contó que, extrañada al ver que la información que habían recibido solo hablaba de Soacha y Ciudad Bolívar pero nada de Santa Librada (Usme), se comunicó con la Oficina de Prensa de la campaña uribista para que le enviaran lo faltante. En respuesta le mandaron abundante material sobre los dos primeros sitios, y de nuevo ni una sola línea o foto sobre la tercera y última escala, la de Santa Librada, cuyo Merkandrea fue asaltado al día siguiente.
Podría pensarse que aquello nada tiene que ver con lo ocurrido durante el paro nacional reciente, pero no sobra citar lo que por esos días de febrero de 2018 mencionó Ramiro Bejarano en columna para El Espectador: “no se trató de una actuación espontánea sino premeditada, y lo que podría haber detrás es lo más parecido a una conspiración de grandes proporciones. (…) Esto no es obra de una sola persona sino de un grupo, que extrañamente adolece de una cabeza visible. Si fuese al menos un remedo de revolución, habría un líder arengando a los exaltados manifestantes”. Y más adelante agregó que “hay una ‘mano negra’ auspiciando este desorden, en plena campaña electoral”. (Ver columna).
Hablando de una eventual mano negra, es significativo que en ambos casos se habría pretendido beneficiar al uribismo, en el primero como cortina de humo para ‘neutralizar’ el efecto de la noticia sobre la apertura de una investigación contra Uribe, y en el segundo para generar un clima de zozobra cuyo propósito sería el de criminalizar la protesta social, de hacer creer que protestar es sinónimo de vandalismo y pillaje. Otra posibilidad, no descartable, es que estén creando de modo artificial las condiciones para decretar un estado de conmoción interior que permita dictar disposiciones de corte represivo o autoritario, sin descartar incluso una medida aún más radical, como un auto-golpe de Estado, que si tomamos como referencia lo ocurrido en Bolivia contaría con el beneplácito del señor Donald Trump.
En este contexto no es posible omitir tres declaraciones que desde el lado pro-gobierno pretenden explicar las razones del saqueo y el vandalismo, curiosamente señalando la culpa en el lado contrario a donde todo indica que se ubican los instigadores del pillaje, o sea endilgando a otros la culpa por el caos que ellos mismos estarían promoviendo.
Una es del alcalde Enrique Peñalosa, quien dijo que “hay una campaña orquestada para crear terror en residentes de apartamentos en relación con el ingreso de vándalos a robar”. (Ver declaración). En el mismo tenor, la senadora uribista María Fernanda Cabal afirmó que “hay órdenes de los promotores de la violencia, de ocupar todos los conjuntos, saquear y destrozar vehículos y motocicletas. Deben organizarse en las entradas, buscar elementos de defensa y rodear a los vigilantes, mientras llega la policía”. (Ver trino). Y no podía faltar la periodista vocera del régimen, Claudia Gurisatti: “Hay un plan para generar caos, anarquía, miedo, fragilidad y destrucción. El gobierno debe ser muy firme en no permitirlo”. (Ver trino).
Videoteca del caos
A continuación una serie de videos que servirían para dilucidar de dónde realmente proceden los instigadores del temor colectivo, o sea los que siembran la semilla del caos.