Se murió Diego, el Pelusa
el ídolo y el villano,
con los defectos de humano
y las virtudes de musa.
La opinión, siempre difusa,
pareciera dividida:
aquella que no lo olvida
y la que expresa diatriba,
siempre abajo, nunca arriba
por sus extremos de vida.
También salieron encuestas
de los candidatos fuertes,
sometidos a la suerte
con mala opinión a cuestas.
Las cifras, entre protestas,
exaltan a un contendor,
al que llaman vencedor,
y colocan adelante,
buscando que haya tunante
que aglutine el gran rencor.
Es decir, la prematura
adulación con orquesta,
infla la candidatura,
pero lleva la impostura
de una estrategia funesta
Mientras tanto, un tal delfín
se asoma entre bambalinas;
y al fondo de ese confín
hay propuestas sibilinas.
Esta democracia en ruinas,
nos enseña el palabrero,
hace rato tiene arriero,
y toca pararle bolas,
porque pronto y sin demoras,
habrá príncipe heredero.
Así termina este cuento,
en semana de congoja;
son tantos los desencuentros
que hay muchos, sí, lo lamento
jugando en la cuerda floja.
GERARDO MARTÍNEZ MARTÍNEZ