Se encuentra en debate un proyecto de ley que pretende reducir de 48 a 45 horas la jornada laboral en Colombia, presentada por el senador Álvaro Uribe Vélez. La clase obrera permanece escéptica al respecto, mientras la clase empresarial pone el grito en el cielo.
Es curioso, pero este escenario ya lo habíamos visto antes. A escasos días de haberse posesionado Iván Duque, Uribe planteó un alza en el salario mínimo en pleno mes de agosto: se trataba de un “aumento extraordinario” que tendría impacto en las prestaciones sociales y en las cotizaciones a seguridad social. Los industriales rechazaron la iniciativa, y al final no pasó nada.
Luego al expresidente se le ocurrió, a mediados de año, crear una prima adicional: entregar el equivalente a 15 días de salario mínimo, es decir, alrededor de 415.000 pesos, la mitad en marzo y la otra mitad en septiembre. Sobra decir que a los gremios, de nuevo, la propuesta les cayó como patada en espinilla. Por ahora, el proyecto está archivado y seguramente quedará así.
En definitiva, la fórmula de Uribe es populista: propone algo que está bien visto por las clases populares y que los ilusiona, el país se pone a hablar de la propuesta, luego la clase empresarial reniega del proyecto y al final no pasa nada. El bueno de la película es Uribe y los malos son los empresarios que no le siguen la cuerda.
Lo curioso es que cuando él no era ‘ex’ sino el presidente de la República, en su primer periodo lanzó la Ley 789 de 2002 o la reforma laboral con la promesa (o excusa) de generar un millón de empleos, ¿Qué sucedió en realidad con esta ley? Que afectó la estabilidad de los ingresos de los trabajadores, desmejoró sus condiciones, eliminó el pago de horas extras, disminuyó pagos adicionales por domingos y festivos, recargos nocturnos y las indemnizaciones por despidos injustificados.
En aquella ocasión los gremios económicos le brindaron su apoyo irrestricto, por supuesto.
Y en cuanto al efecto de la Ley, el desempleo disminuyó 2,2 por ciento en los ocho años de su gobierno, es cierto, pero la calidad del empleo empeoró y el subempleo pasó del 24,5 por ciento en 2002 al 32,8 por ciento en 2010.
¿Acaso lo que Uribe pretende demostrar es que la ‘embarró’ siendo presidente, y ahora quiere subsanar su error? No señores, de eso tan bueno no dan tanto. Lo único que busca con sus medidas populistas es apelar al Estado de opinión para lavar, limpiar y planchar su deteriorada imagen. En otras palabras, dejar entre sus electores la impresión de que quería mejorar la situación de los asalariados, pero no se lo permitieron…