¡Paremos el circo de la higiene!

Por NANY PARDO

Cuando el pánico empezó, por allá a inicios del primer semestre de 2020, no sabíamos un carajo del puto Sars Cov 2, el virus que causa la enfermedad llamada Covid-19. Ni puta idea teníamos. Y no porque sea el primer coronavirus, que no lo es. Y no porque vaya a ser el último, que no lo será. Si no porque, al parecer, se transmitía más rápido, más fácil y mataba a más gente que cualquier otro bicho de esos conocido hasta la fecha.

En marzo, cuando nos encuarentenaron a la fuerza dizque para protegernos, para salvarnos, para cuidarnos de nuestra propia ignorancia e irresponsabilidad proverbial y crónica, cuando cerraron todos los comercios en este país (menos las grandes superficies porque esas son intocables y tú sabes…el negocio, socio), nos bombardearon con toda clase de información tendiente a convencernos de que el nuevo coronavirus se pegaba hasta por tocar el pomo de una puerta, coger una caja de cartón infectada, rozar una silla, pisar el suelo, abrir una lata. ¡Por todo!

Así que empezó el mayor circo de la higiene nunca antes visto en este país del Sagrado Corazón. Nació el tapete anticovid, un cuchuflí mojado con alcohol u otras sustancias sanitizadoras que «todos» pusimos a la entrada de nuestras casas para limpiarnos los zapatos.

¿Cómo se da el contagio en realidad? Vía gotículas de saliva expulsadas por una persona contagiada que habla.

Nació la estación de «descochinamiento» en las puertas de nuestros hogares. Allí nos empezamos a fumigar hasta los ojos con alcohol. «Mija, es que puedes tener Covid en la chaqueta, échale buen alcohol». Los zapatos empezaron a arrumarse a las entradas de los apartamentos. ¡Es que son tóxicos! El Covid está en sus suelas.

Cada mercado se volvió un viacrucis. Dos horas fumigando y lavando desde las bolsas plásticas hasta las cajas de los huevos. No hubo frasco, venido de un Éxito o un Carulla o una Olímpica o un D1 o un Ara, que no sometiéramos a un excesivo proceso de desinfección «quita Covid». ¿Calculan cuánto dinero han gastado en alcohol, geles y productos de desinfección para fumigar suelas, bolsas, cajas, rejas, llantas de carro, muebles, frascos, potes y cuanta superficie sospechosa se les ocurrió en este casi año de locura colectiva?

Yo creo que nuestro gobierno estaba muy preocupado por la quiebra de las empresas dedicadas a producir en masa esos híper necesarios productos de «aseo». Es que hasta las llantas debían ser fumigadas, no fuera que a alguien le diera por lamerlas. Digo yo…

Pues bien, pasados pocos meses, en realidad muy pocos, es decir, aún en el primer semestre del año 2020, se descubrió que así NO SE PEGA el Covid-19. ¿Cómo se da el contagio en realidad? Vía gotículas de saliva expulsadas por una persona contagiada que habla, grita o tose cerca de ti (a menos de dos metros de distancia). Para contagiarte debes estar muy cerca a esa persona, si se trata de un sitio abierto. O puedes estar medianamente lejos del enfermo, pero para contagiarte así debes estar en un sitio cerrado sin buena ventilación (por eso es importante abrir ventanas y evitar sitios cerrados llenos de gente).

Esas gotículas de saliva de un enfermo te contagian si y solo si te entran por nariz, ojos o boca, no si caen a tu zapato, no si caen a tu chaqueta, no si se posan en la silla. Por eso la principal recomendación es LÁVATE LAS MANOS todo lo que puedas. Y no te lleves NUNCA las manos a la cara. La bolsa de harina no te va a contagiar. El pote de leche no te va a contagiar. La silla del parque no te va a contagiar. Ni las llantas de los carros ni las cajas de los huevos ni las botellas de agua. NINGUNA DE ESAS SUPERFICIES TE VAN A CONTAGIAR. Deja de bañarlas, de por Dios.

Ese TOC que han desarrollado millones de colombianos y que los lleva a fumigar hasta los malos pensamientos, ese TOC que los hace sentir seguros y buenos ciudadanos que están acabando con el Covid-19, solo los hace perder tiempo, botar plata y, obviamente, contribuye a que los bolsillos de los fabricantes de esos productos que vienen haciendo su «agosto» desde marzo aquí en Colombia se hagan cada día más popochos.

Soy amiga del orden. Soy amiga de la limpieza. A la lechuga toca echarle cloro o mejor es no comerla. Todas las frutas deben lavarse. Obvio. Pero el circo de la higiene para frenar el Covid-19 debe parar ya. Sobre todo si, para seguir en la función, te someten a que hagas una fila en cada local al que debes entrar (llámese banco o supermercado o tienda de ropa) para que te desinfectes las patas con alcohol, te eches gel pegachento y cochino en las manos y te tomen la temperatura para terminar comprobando que sufres de hipotermia o ya estás muerto (yo nunca marco más de 35°C).

Desembobarte depende de ti.

@NanyPardo

Sobre el autor o autora

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial