En Mañanas Blu se escuchó al corresponsal en Caracas de este programa, Santiago Martínez, hablar sobre la vacuna que se aplicó Nicolás Maduro contra el coronavirus. Luego de su informe Néstor Morales, le preguntó al corresponsal por la «pantorrilla» de Maduro, en alusión a un hecho viral en redes debido a otra ‘embarrada’ del mandatario venezolano.
En esta ocasión, Maduro criticaba a las personas que no saben usar el tapabocas y en una de sus acostumbradas ‘maduradas’ dijo que este implemento debía usarse desde la nariz hasta la pantorrilla, cuando quiso decir barbilla.
Y ahí comenzaron las burlas contra el mandatario venezolano: Morales afirmó que «tal vez por eso será que Maduro mete la pata constantemente». Otros dijeron que sí Maduro tenía la pantorrilla ahí era entendible, mientras Felipe Zuleta dijo «uno no sabe si lo hace por distraído o por bruto». Escuche el fragmento del programa aquí:
Sin embargo, es curioso que miraran la paja en el ojo ajeno y no en el propio. No hubo nadie en esa mesa de trabajo que dijera que si por allá llueve, por acá no escampa: olvidaron que el presidente de Colombia alguna vez habló de la P de Polombia, o del “así lo querí” en referencia a Carlos Holmes Trujillo durante sus exequias.
Igual, cuando en plena sede de la Unesco en París habló de «los siete enanitos». O cuando en medio de su encuentro con el rey Felipe VI en el Palacio de la Zarzuela dijo: “Le mandó muchas saludes su gran amigo, el presidente Uribe”. En fin, puede ver más de estas perlas aquí.
Todas estas reacciones en su momento dieron para que las redes en Colombia fueran tan inclementes con Duque como lo han sido con Maduro. ¿Vale la pena entonces burlarse del presidente de al lado cuando el que está en nuestro terruño comete las mismas o peores barbaridades?
Mientras Maduro alguna vez habló de un pajarito que lo visitó, quien al parecer era el alma de Chávez según su versión, el de acá alguna vez se refería a un “periquito” para referirse a nuestra bebida nacional, el café.
Los dos salen haciendo maromas con balones, bailando, cantando, vestidos de policías o con gorros indígenas. Además… ¡ambos tienen su propio programa de televisión diario!
Tal vez la gran diferencia entre uno y otro es que al de allá se le murió su jefe, mientras el de acá sigue recibiendo -y obedeciendo- las órdenes de su superior inmediato.