Por JORGE GÓMEZ PINILLA
El nombre de Rubén Fernando Morales Rey adquirió resonancia nacional el día que como juez segundo laboral no se prestó para aplazar una audiencia en un proceso contra el entonces candidato presidencial Rodolfo Hernández, días antes de la crucial elección, en torno a una demanda que le había formulado un ciudadano de 90 años. (Ver noticia).
Luego, en días más recientes, se disfrazó de cardenal de la Santa Inquisición y recorrió los pasillos del Palacio de Justicia de Bucaramanga anunciando denuncias sobre la forma como se manejan los procesos en los juzgados y tribunales de Santander.
Hoy quiere lanzarse a la alcaldía de su ciudad natal, porque desea solucionar el problema de las basuras y retomar el proyecto del cable que quedó embolatado desde la alcaldía de Fernando Vargas. Es lo que dice. Y no duda de su triunfo, del mismo modo que cuando votó en 2010 por Rodolfo Hernández estaba seguro de que ese sería el próximo alcalde.
“Yo salí con ese disfraz tras presentar renuncia y retiro al honorable ejercicio de mi profesión, pero la llevo en el alma. Yo he estado en la controversia jurídica y política dentro de la rama judicial. Soy fundador de un sindicato, no soy bienvenido por las esferas altas porque he sido un inmenso crítico de sus deficiencias en salud ocupacional”.
Sobre la opinión que tiene de Rodolfo Hernández afirmó que “vi que hablaba de lógica, ética y estética, y dije este es el mío. Pero resulta que no nos dio muy buenos resultados y perdí mi voto, volví a ser engañado”.
Acerca de su aspiración a la alcaldía de Bucaramanga, Morales sostuvo que tarde o temprano iba a saltar a la arena política: “las circunstancias del país ya lo ameritaban, yo estoy en el goce de una legítima pensión, pero no me puedo quedar viendo TV mientras está patente la tristeza de mi ciudad”.
Y afirmó que “voy como independiente. A mí me señalan de mamerto, de comunista, pero no tengo nada de eso, yo soy un ser social. Yo no distingo entre el Centro Democrático o el Partido Comunista, soy amigo de los políticos, y voy a trabajar con ellos siempre y cuando trabajen bien, cuando tengan proyectos”.
También cuenta que escribió un libro que lleva por título A mí no me crean tan pingo: “es que lo creen a uno pendejo para joderlo los políticos y hacer con uno lo que quieren. Pero yo no me dejo, no soy tan pingo”.
Por último, ante una nueva conmemoración de la revuelta de Los Comuneros y que se puso en duda la existencia real de la heroína Manuela Beltrán que el que lo dijo, Armando Martínez Garnica, es el historiador de la derecha en Colombia. Pero hay cosas que no se pueden desconocer, Manuela era la que manejaba los tamales, las morcillas y el mute allá en Socorro”.