En su columna “Radio Petro” (link) del 15 de septiembre de este año, Ana Bejarano, opinadora del medio de comunicación Cambio Colombia, afirma que “Petro y su oscuro ministro de las Comunicaciones, Mauricio Lizcano, conciben este cambio [abrir convocatorias para financiar e impulsar a las radios y a los medios comunitarios] como una oportunidad para dominar una masa de medios regados por todo el territorio, no para que informen sino para que sirvan como cajas de resonancia de la propaganda oficial que escupen desde RTVC”.
En el evento para la creación de una política pública para Medios Alternativos y Comunitarios al que hace alusión Bejarano en su diatriba, al cual asistí los días 12 y 13 de septiembre, se dieron discusiones y se organizaron mesas de trabajo, no solo sobre la financiación de dichos medios, sino también sobre las formas de proteger a los medios alternativos y comunitarios, que son los que más han padecido y padecen el conflicto político, social y armado en el país. Quienes trabajamos de forma independiente, fuera de las corporaciones de grandes medios, somos quienes más hemos padecido amenazas, atentados, persecución y acoso, mientras hacemos el trabajo en campo en escenarios dominados por actores armados en las regiones más apartadas del país -no escupiendo clasismo desde la comodidad de una poltrona en Bogotá-.
En muchas ocasiones, los medios y periodistas alternativos tenemos calificaciones de riesgo menores que las que tienen quienes trabajan para la gran prensa corporativa de la capital, financiada por los grandes poderes políticos y económicos, como lo es la revista Cambio, que entre sus dueños tiene a Gabriel Silva (link), un empresario y político del país que fue Ministro de Defensa durante el Gobierno de Álvaro Uribe (recordado por sus miles de ejecuciones extrajudiciales), y quien también fuera el embajador de Colombia en Washington D.C durante el gobierno Santos. Silva, quien actualmente funge tanto como propietario como columnista en dicho medio de comunicación, es recordado por haber solicitado a la Secretaria de Estado de los Estados Unidos-como Embajador- la inmunidad de Álvaro Uribe después de que en 2009 cerca de 500 familiares de ciudadanos colombianos asesinados por fuerzas paramilitares durante el conflicto civil colombiano interpusieran una demanda federal en Estados Unidos contra Drummond Company, Inc (link). Al respecto Silva argumentó que “los personajes públicos en particular los expresidentes son vulnerables a persecuciones políticas disfrazadas de causas judiciales” (link). Un argumento de defensa similar al que esgrimió la empresa Guidepost Solutions, presidida por otro de los periodistas de Cambio, Yohir Akerman (link), que le lavó la cara hábilmente a la empresa bananera Chiquita Brands, por su responsabilidad en la financiación de grupos paramilitares en el Urabá, según la investigación del medio alternativo Vorágine (link) y que en la revista Cambio pasaron de agache, a pesar de la perorata sobre “el derecho a la información veraz y objetiva de las ciudadanías” que ahora publica Bejarano.
Volviendo a la columna de Ana Bejarano, es curiosa la afirmación de que Petro agrede a la prensa “al cuestionar por qué se asesina en Colombia a la prensa de un sector ideológico y no del otro”. Esto es sin más deshonestidad intelectual y falsa información. Petro no cuestionó que se no asesinaran a periodistas de un sector ideológico, ni mucho menos promovió el asesinato de los periodistas de medios corporativos. Afirmó que a quienes estaban asesinando era a quienes investigaban y obstaculizaban a las mafias y a los corruptos, no a quienes se han arrodillado ante este poder ¿eso acaso es mentira? ¿acaso no es una necesidad ética la depuración de este oficio? Basta recordar los mensajes de los periodistas que aparecieron en la memoria de Alias HH (link): Ernesto Yamhure, quien fuera columnista de El Espectador, a quien Castaño le enviaba correos pidiéndole modificaciones a sus columnas; Harriet Yolanda Hidalgo quien fuera Jefa de Investigación del programa La Noche de RCN, quien le enviaba un poema personal a Castaño; Francisco Santos, quien fuera Vicepresidente de la República y jefe de Redacción de EL TIEMPO, quien actualmente sigue siendo investigado por la la Corte Suprema por la participación en la conformación del bloque Capital de los Paramilitares (link); Luis Jaime Acosta, quien siendo corresponsal de la Agencia Reuters, después de entrevistar a alias Rodrigo Doble Cero y a El Alemán, le escribió a Castaño: “Quedé muy impresionado con el grado de entrega y profesionalismo de la gente del Bloque Metro y de los comandantes Rodrigo y Jota. Sin otro particular y esperando sus instrucciones”.
Una síntesis de las relaciones entre grandes medios de comunicación y el paramilitarismo la da Mancuso en la Audiencia Única de Aporte a la Verdad ante la JEP (link), ocurrió este diálogo:
Juez: “En sentencia de 23 abril de 2015 de tribunal de Justicia y Paz se estableció que «uno de los aspectos más preocupantes, es que este control [o sea el control Paramilitar que se hizo] no se hizo sólo a través de las armas y de la violencia indiscriminada contra la población, sino también del acceso y manipulación de la información a través de medios de comunicación, uno de los poderes más determinantes en la formación de la opinión pública». Con relación a este punto y en pregunta, señor Mancuso, sírvase precisar cómo fue la utilización de los medios de comunicación como estrategia de control social por parte de las AUC a nivel nacional o local”.
Mancuso: «hubo un influenciamiento para el control social a través de medios de comunicación. No había que buscarlos, los medios nos buscaban a nosotros. Querían noticias, y querían que privilegiáramos las noticias a través de un medio, que ese fuese el medio que, digamos, fuera el exclusivo, el que saliera primero, con la exclusiva con la noticia que se iba a dar, de un comunicado, de cualquier situación, por la prominencia que tuvimos dentro del conflicto armado como actor, y eso por supuesto que generaba un interés permanente de la prensa. Entonces hubo contactos permanentes con periodistas que pedían informaciones, que tenían contacto directo con el Comandante Carlos Castaño, conmigo y con otros comandantes. Por ejemplo: Claudia Gurisatti tenía la oportunidad, porque cuando la entrevista al Comandante Castaño, de preguntarle a través de los correos que se cruzan, o de incluso teléfonos para aquella época que ya empezaron a haber -celulares-, informaciones, pero informaciones que tienen que ver en el ámbito periodístico, y que, de una u otra forma, esos hechos servían de resonancia para el posicionamiento de la Autodefensa a nivel nacional, porque replicaban el discurso de las Autodefensas, y esos discursos pues lógicamente que tienen un aspecto que llamamos, o que se da en llamar dentro de los conflictos, los discursos de odio, y ahí entra la justificación de las acciones que ejecutábamos, el por qué de esas acciones, el enemigo que combatíamos, y se buscaba darle una presentación, básicamente de acuerdo a la ideología y los objetivos políticos que teníamos como autodefensa. Esto se dio no solamente con Claudia Gurisatti, sino con diferentes periodístas: Antonio Sánchez, con algunos que escribieron libros. Yo tenía constante comunicación con diferentes periodistas: El Meridiano de Córdoba, por ejemplo de William Salleg, permanentemente me estaba llamando para que le diera informaciones: que sucedía, si había un comunicado, que los privilegiara con los comunicados, y de hecho se enojaban conmigo en la prensa capitalina porque decían que estaba privilegiando a un medio local sobre los medios nacionales que tenían mayor injerencia a todos estos temas. Ahora, con temas de comunicados de Autodefensas, editoriales que salían de las autodefensas, los mandábamos y los publicaban. Todo lo que mandábamos lo publicaban. Nunca escuché un rechazo, por fuerte que fuese lo que estábamos escribiendo o diciendo, por parte de los medios de comunicación, Honorables Magistrados»
Estas declaraciones refuerzan el Pronunciamiento del Tribunal Superior De Bogotá (2011) en la Sentencia proferida contra Aramis Machado, desmovilizado del Bloque Catatumbo, sobre el papel de RCN, Caracol, COLPRENSA y Colombia.Com en la propaganda de guerra. Según el Tribunal, las consignas de los paramilitares contaron con un “Impulso ideológico que además se determinó a contar con una difusión mediática que registró sendas entrevistas en las que Carlos Castaño, se presentó como líder de la lucha contra la subversión” (link).
La lista podría seguir, para sustentar lo afirmado por Mancuso, para quienes en su ceguera voluntaria no quieren ver lo que es obvio: que en el marco del conflicto armado hubo colegas que estuvieron al servicio de actores armados, y que le servían de caja de resonancia a los verdugos de otros colegas, como lo aceptó el periodista Antonio Sánchez, quien en 2014 declaró ante un Tribunal: “Yo estoy aquí para decirles que sí, nosotros como periodistas por omisión o por acción ayudamos a envenenar el corazón de millones de colombianos, ayudamos a estigmatizar zonas completas y hoy en día sucede, lo peor de todo es que no lo podemos decir en pasado, toca decirlo en presente, todavía sucede y aún peor” (link).
Es el mismo Comité para la Defensa de Periodistas (CPJ) el que en en 2001 publicó un informe en el que se afirma que respecto al jefe Paramilitar Carlos Castaño que: “Este asesino de periodistas confeso ahora se está acercando a la prensa local en un intento por rehabilitar su imagen en Colombia. Con ese fin, Castaño ha lanzado una campaña de relaciones públicas singularmente colombiana, al parecer basada en tácticas utilizadas por el legendario capo de la droga Pablo Escobar (…) Mientras que Escobar atacaba a los periodistas que favorecían su extradición a Estados Unidos para que enfrentara acusaciones de narcotráfico, Castaño ataca a cualquier periodista de quien sospeche que coopera o hasta simpatiza con los rebeldes izquierdistas colombianos. Este año Castaño reconoció haber asesinado a periodistas y haber tratado de poner una bomba en un periódico por supuestamente simpatizar con los comunistas. Además, ha estado implicado en muchos otros ataques a la prensa en años recientes. En noviembre del 2000, Castaño le otorgó una entrevista exclusiva a Semana, un semanario de Bogotá. Cuando el reportero le preguntó a Castaño si pensaba que merecía ser comparado con el difunto Escobar, Castaño respondió que de ningún modo podían compararlo con un monstruo así y que mientras Escobar había buscado destruir el país, él pretendía salvarlo”. Mientras unos eran su objetivo militar, otros eran su caja de resonancia.
Otra de las afirmaciones curiosas de Ana Bejarano en su columna es que los recursos de los que se habló en el encuentro para la construcción de una política pública para medios alternativos consiste en “migajas para los medios comunitarios”. Dichas “migajas” equivalen a unos 15.000 millones de pesos, los cuales antes de ser otorgados (“quién sabe con qué criterios” -argumenta con suspicacia-), tendrán que pasar por el congreso (“tendrá que ser ley antes”), lo cual le parece una “buena noticia”, porque claro, en aquel impoluto recinto de la democracia, la oposición, es decir los partidos tradicionales, que son los representantes de los intereses de los grandes capitales, seguramente intentarán con sus votos que no se apruebe. “La reunión no sirvió para celebrar la valía y persistencia de los medios comunitarios sino para invitarlos a formar parte de la máquina de propaganda oficial” afirma Bejarano. Es entendible que a quienes trabajan para las corporaciones de medios les duela que los medios comunitarios reciban pauta oficial, de la cual se han atragantado cual mermelada los medios tradicionales. En palabras del reputado periodista Ramón Campos “El aguacero de lágrimas del establecimiento mediático por el tema de los medios alternativos lo dice todo. Un puñado de jóvenes con celulares le está peleando el monopolio de la información a grupos económicos multimillonarios, y tumbando del pedestal a varios ídolos de barro” (link). Sólo añadiría que a esos jóvenes se le han sumado también un puñado de veteranos periodistas, curtidos en el oficio y fogueados en el conflicto, que al unísono han gritado en un salón de convenciones de Armenia que los fascistas “NO PASARÁN”.