Por GERMÁN AYALA OSORIO
El ingreso de Alejandro Gaviria al escenario electoral tiene un particular significado político. Sin lugar a dudas, dentro del régimen hay sectores de poder político, social y económico que ya no se aguantan más a Uribe como persona. La élite bogotana en particular ha expresado su molestia por el talante de este vulgar hacendado, señalado con acierto por Juan Manuel Santos de ser un “rufián de esquina”. Que el hijo de Salgar no haya dejado de operar como un gran elector le otorga un poder diríase inconmensurable, al que ahora se le quiere poner freno. Hay un sector del establecimiento que ha emitido su voz de alerta. Y para lograrlo, acaban de darle la bendición al carismático profesor y exministro de Salud del gobierno de Santos, Alejandro Gaviria Uribe.
El primer efecto de la irrupción de Gaviria en la pasarela electoral es que las candidaturas de Sergio Fajardo y Oscar Iván Zuluaga se desinflan o pierden un terreno sentible. Convertidos en comodines de cara a la primera vuelta, terminarán uniéndose a la Coalición de la Esperanza y su propósito mayor será evitar que Gustavo Francisco Petro Urrego llegue a la presidencia. De esa forma, toma más fuerza el TCP (Todos Contra Petro).
Los miembros de esa élite reconocen que la mala imagen de Sergio Fajardo y su tibio talante juegan a favor de Petro, incluso del propio Zuluaga. Y como la idea es debilitar el liderazgo del exsenador y caballista Álvaro Uribe, no pueden dejar que su designado y exministro de Hacienda se convierta en presidente de la República, obviamente con la ayuda de la Registraduría, única vía hasta ahora viable para el Centro Democrático.
El estallido social de abril y meses siguientes dejó muy preocupados a esos sectores de poder social, económico y político, no solo por los niveles de violencia y la capacidad de organización desplegada por los disímiles actores que participaron de las movilizaciones y del Paro Nacional, sino por la creciente mala imagen que acumula el “uribismo” y el rechazo a la figura de Uribe. Quienes hoy apoyan a Alejandro Gaviria saben que el desgaste del capataz antioqueño tiene asidero en los altos niveles de corrupción y en el riesgo que supone para ellos mismos dejar extender en el tiempo la capacidad de dominación que tiene. Eso ya les asusta, pues este político traspasó todos los límites.
Por todo lo anterior, la llegada del neoliberal Alejandro Gaviria es aplaudida a rabiar por la gran prensa colombiana porque la orden de esos agentes del régimen de poder es posicionarlo como un intelectual y académico que viene a darle a la campaña un talante que, a juzgar de estos, deviene “polarizada y decadente”.
La confianza depositada en Alejandro Gaviria por parte un amplio sector del centro constituye un acto político que debe conducir al fin de la “era Uribe”. Si bien le agradecen al exmandatario el haberlos favorecido con su política económica, les preocupa la imagen que en el exterior se va consolidando del país, gracias al tóxico liderazgo de un político sub judice, señalado de ser coautor o cómplice de delitos graves, de acuerdo con las denuncias que contra este reposan en la Corte Suprema de Justicia, por las masacres del Aro y la Granja y por sus relaciones con estructuras paramilitares.
Con Alejandro Gaviria, esa élite quiere recuperar el control del país y tomar distancia del “rufián de esquina”, tratar de apaciguar los ánimos de los otros sectores de la sociedad civil que hace rato quieren alejarse de su cada día más dañina influencia.
Una parte muy poderosa del régimen de poder acaba de ungir con su aprobación a Alejandro Gaviria, a quien le impondrán una agenda que seguramente entrará en conflicto con los 60 principios de su ideario. El propio exministro de Salud de Santos y exdirector de Planeación de Uribe Vélez sabe que esos principios hacen parte de una simple declaración que dejará de lado al momento de sentarse en el Solio de Bolívar.
@germanayalaosor