Arauca, tierra de nadie

Por CAYO MARIO SEPÚLVEDA *

La mejor definición para Arauca es «tierra de nadie», pues históricamente siempre ha sido un trato displicente y de abandono continuo el que recibe este departamento por parte del gobierno nacional.

 Me voy a permitir hacer una evaluación cronológica del comportamiento al que estamos sometidos en las últimas décadas:

Hasta antes de la Constitución de 1991, sabíamos que lo de «Territorios nacionales» era como darle el nombre al patio trasero de la casa, pues siempre las intendencias y comisarias fueron  tratadas como menores de edad, como una parte de Colombia incapaz de  abrirse paso de manera autónoma. Por eso dependíamos de DAINCO (Departamento Administrativo de Intendencias y Comisarias), Ahí se tomaban las decisiones que para bien o mal afectaban a la entonces intendencia de Arauca, hasta los contratos requerían la aprobación de ese departamento administrativo.

No había carreteras, los hospitales eran en realidad puestos de salud, todo el transporte era en avión, se escuchaba y se veía emisoras y televisión venezolana, solo tres horas de fluido eléctrico tenían los municipios, excepto Arauca, donde la energía eléctrica la suministraba Venezuela.

Luego apareció el petróleo y llegaron las regalías, las mismas que desde que aparecieron fueron cercenadas paulatinamente por el gobierno al mejor estilo de un raponero: se  las llevaban para los departamentos poderosos del país, siendo un derecho constitucional. Y hoy solo se reciben  migajas, las quitaron porque según el gobierno se las robaban en un alto porcentaje.

Mi conclusión entonces es que salió mas grave el remedio que la enfermedad, pues sentados a manteles muchos congresistas y funcionarios del orden nacional se roban las regalías casi en su totalidad, y nadie desde el gobierno dice nada.

Con la corrupción y la guerra en Arauca, desde la era del petróleo no hay institucionalidad: las entidades departamentales desde los organismos de control y disciplina no funcionan y se acomodan fácilmente a las circunstancias de la guerra y la corrupción.

Desde la aparición del petróleo, Arauca no ha tenido ningún momento de paz. Solo dolor, muertos, secuestros, corrupción, desplazamientos, impunidad de todo tipo. En Arauca solo funciona lo ilegal, lo demás anda por inercia.

Vivimos  las secuelas de la guerra desde la entrada de las Farc y el Eln a la región a comienzos de la década de los años 80, se abrieron paso a punta de bala. Ahí los araucanos pusimos los muertos en la lucha contra el Estado, luego la aparición de los paramilitares, que se dieron garra matando araucanos. A continuación vino la guerra entre las FARC y el ELN que produjo entre 3 mil y 4 mil muertos. Y cuando creíamos que tendríamos que aprender a convivir con la confrontación entre  guerrilla y Estado, aparece ahora una guerra entre las dos  guerrillas, donde el odio visceral parece ser el único argumento que los motiva.

De todas las guerras que ha vivido Arauca, la más cruel y dolorosa, la que más ha causado el mayor número de muertos ha sido entre los grupos insurgentes. Nosotros como población civil no podemos hacer casi nada para detenerla, porque es encarnizada y no valen los argumentos. Todos sabemos la gravedad de esta confrontación.

La pregunta obligatoria es ¿qué papel cumplen el gobierno que terminó y el que comienza? ¿Tenemos los araucanos que estar condenados al dolor y la muerte? O el gobierno cumple con el mandato constitucional de garantizarnos la vida honra y bienes, porque hasta el momento las fuerzas armadas parecen observar estos enfrentamientos en palco VIP y nada les importan los araucanos.

* Cayo Mario Sepúlveda es dirigente social y comunicador araucano.

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