—Vean cómo se auto reeligió Maduro en Venezuela una vez más —clamó Catalina Arana—. Ya verán cómo en Colombia nos tocará aguantarnos que el zurdo este del Petro se atornille también en el poder, como Maduro y Ortega y tantos dictadorzuelos de izquierda. ¿Habrase visto tanta barbaridad?
—Vea usted que ni es cosa nueva ni solo de izquierdas, apreciada Catalina —contestó el ilustre profesor Gregorio Montebell—. En doscientos años de “independencia”, ha habido muchos ejemplos, desde Bolívar hasta días recientes: casos interesantes, y muy de derechas, por cierto.
Para comenzar, las elecciones de 1970 son recordadas como uno de los mayores fraudes en nuestra historia electoral, cuando Misael Pastrana Borrero (sí, el papi del “personaje” actual) fue declarado ganador frente a las evidencias que señalaban lo contrario. La percepción de fraude se basó en irregularidades en el conteo de votos y la intervención del gobierno en favor de Pastrana y del último turno del arbitrario Frente Nacional. Pero el summum lo pone el jefe “natural” del Centro Democrático, que utilizó varios métodos para extender su influencia política más allá de su mandato. Durante su presidencia, promovió una reforma constitucional que permitió la reelección inmediata para un segundo mandato. Además, su influencia continuó a través de su partido político y su apoyo a candidatos afines. El tipo ha sido acusado de utilizar su poder para influir en procesos judiciales y políticos, y ha enfrentado múltiples investigaciones por corrupción y vínculos con paramilitares.
Por supuesto, la izquierda (o eso que hay en Venezuela, como sea que se llame) tampoco se salva (no faltaba más). Nicolás Maduro ha utilizado una serie de tácticas para mantenerse en el poder; entre otras, la manipulación del sistema electoral, la represión a la oposición y el control de las instituciones del Estado. Maduro ha sido acusado de fraude electoral en múltiples ocasiones, y su gobierno ha sido señalado por violaciones a los derechos humanos y la supresión de la libertad de prensa. Además, ha utilizado el poder judicial para descalificar a opositores políticos y ha recurrido a la militarización para mantener el control.
Este de aquí y el de allá han utilizado reformas constitucionales para extender su permanencia en el poder. El de aquí, con reelección inmediata; el de allá, con modificación de leyes y regulaciones para consolidar su control. El de allá ha utilizado la represión directa y el control de las instituciones para mantenerse en el poder; el de aquí ha sido acusado de influir en procesos judiciales y políticos para proteger su legado y su influencia.
Estamos de acuerdo: que no se atornille nadie ni sigan malos ejemplos. Las evidencias por ahora no son causales para perder el sueño, apreciada Catalina. Duerma tranquila.
@PunoArdila