Hoy he estado en una de las librerías más famosas y prestigiosas de Bruselas, especializada en obras de arte: la Taschen. Me llamó la atención lo que yo llamaría autocensura, en el escaparate de libros eróticos. Así como en este, varios títulos llevan en la portada una pegatina. Para mí ha sido muy extraño. No pregunté a los empleados, pero mi acompañante me dijo que podría ser una normativa que obliga a quienes venden arte erótico a aclarar a los visitantes del lugar que son libros solo para adultos.
¿Alguien sabe si esta podría ser la verdadera causa de la censura? Como sea, no deja de incomodarme no solo que la pegatina exista, sino que en este caso la hayan puesto justo en el sexo descubierto de la mujer.
Al margen de lo anterior, mi alma ha disfrutado de un goce casi celestial durante todo el tiempo que estuve dentro de la librería, gracias la cantidad de libros hermosos que ofrecen. Además de las ediciones tradicionales de Taschen, que son una verdadera hermosura, hay innumerables obras de arte en la presentación de libros de proporciones poco usuales. Unas propuestas artísticas que en nuestra casa, si dispusiésemos del dinero para comprarlos, serían una obra no para ubicar en una estantería, sino para exponer en un atril.
Alguien a quien adoro, en su próximo cumpleaños seguro recibirá una linda sorpresa en casa…
OLGA GAYÓN/Bruselas