Por OLGA GAYÓN/Bruselas
Acabo de sentir ese friito tan evocador del invierno de mi ciudad. La bruselense de adopción, convicción y amor ha puesto sus pies sobre la tierra belga que también es su mundo, su historia, su presente y, espero, su gran futuro. Regreso de mis vacaciones en Marruecos, al norte del continente africano. ¡Qué días y noches los que me ha regalado esta cultura que, aunque en mi hábitat cotidiano me acaricia, jamás había degustado con tanta cercanía! Vengo con muchas ganas de ampliarme todavía más hacia esos mundos que desconozco, pero que presiento, me llenarán de magia, color y saboridad.
Bruselas de mi corazón, mi amada coqueta, bella, acariciadora y seductora, hoy llego nuevamente a tus brazos para decirte que seguiré siendo muy tuya, pero necesariamente tendrás que compartirme. ¡Hay mucho mundo por allí y por allá, fuera de Europa, que me pide que también pise muy pronto su acogedora tierra! Y aquí y allá estaremos para sentirnos seductores y, por supuesto, conquistados.