El Fondo Mundial para la Naturaleza (en inglés World Wide Fund for Nature) y Tesco publicaron un nuevo informe que calcula la cantidad de alimentos que se pierde antes de salir de las fincas productoras, y su conclusión es que cada año un 40 por ciento de todos los alimentos cultivados no se consume. Esto equivale a que 2.500 millones de toneladas de alimentos dejan de consumirse en el mundo. La cifra prende las alarmas, pues son más de mil millones de toneladas más que la última estimación disponible (1.3 mil millones de toneladas desperdiciadas cada año).
Cuando este cálculo se combina con datos actualizados sobre la pérdida en las cadenas de suministro y el desperdicio en el comercio minorista y el consumo, se tiene una imagen más clara de la escala de la pérdida y el desperdicio de alimentos, demostrando por primera vez cuán imperativo no pasar por alto esto en los esfuerzos que se hacen para mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 grados centígrados.
La producción de alimentos emplea una gran cantidad de tierra, agua y energía, por lo que los alimentos desperdiciados tienen un impacto significativo en el cambio climático. Si bien estimaciones anteriores sugieren que el desperdicio de alimentos representa el 8 por ciento de los gases de efecto invernadero (GEI), los nuevos datos que trae este informe revelan que la cifra es mayor y apunta a una contribución de aproximadamente el 10 por ciento de todas las emisiones de GEI: casi el doble de las emisiones producidas por todos los automóviles que se conducen en Estados Unidos y Europa en un año.
Según el informe, 4,4 millones de km2 de tierras agrícolas y 760 km3 de agua se utilizan para producir los 1,2 mil millones de toneladas de alimentos que se pierden antes, durante y después de la cosecha, o que se desvían a otros usos como la alimentación animal y los biocombustibles. Esto equivale a una masa de tierra más grande que el subcontinente indio y a un volumen de agua equivalente a 304 millones de piscinas olímpicas, sin contar los recursos adicionales utilizados para producir alimentos, que se desperdician más adelante en la cadena de suministro.
Al analizar los factores que contribuyen al desperdicio de alimentos, el informe desmiente que la pérdida de alimentos en las fincas productoras sea un problema que ocurre en las regiones con niveles más bajos de industrialización. El estudio muestra que las pérdidas per cápita en la fase de producción son generalmente más altas en las regiones industrializadas.
Por ejemplo, los países de ingresos altos y medianos de Europa, América del Norte y Asia industrializada contribuyen con el 58% de los desperdicios de las cosechas mundiales. Esto, a pesar de tener una mayor mecanización agrícola y solo el 37% de la población mundial.
“Desde hace años sabemos que la pérdida y el desperdicio de alimentos es un gran problema que puede reducirse, lo que a su vez podría disminuir el impacto de los sistemas alimentarios en la naturaleza y el clima. Este informe nos sugiere que la dimensión del problema es más grande de lo que pensábamos”, dijo Pete Pearson, líder de la iniciativa mundial de pérdida y desperdicio de alimentos de WWF.
La WWF es la principal organización de conservación de la naturaleza a nivel global. Sus acciones están enfocadas en seis grandes objetivos: especies, bosques, océanos, agua dulce, alimentación y, clima y energía.
Por su parte, Tesco es una multinacional británica minorista de comestibles y mercancías generales con sede en Welwyn Garden City, Inglaterra. Tiene tiendas en cinco países de Europa y es el líder del mercado de comestibles en el Reino Unido. Durante más de una década ha hecho múltiples esfuerzos por atender el problema de la pérdida y desperdicio de alimentos.